El regreso de Javier Milei desde los Estados Unidos, previsto para la madrugada del sábado, genera expectativa sobre cuál será su reacción ante el nuevo escándalo que envuelve a su gobierno. Hasta ahora, el Presidente no ha recurrido a las redes sociales —su ámbito predilecto para expresarse— para dar su visión sobre el tema.
El episodio que volvió a encender la polémica tiene como protagonista a Daniel Parisini, conocido públicamente como el Gordo Dan, un tuitero libertario cercano al mandatario y considerado uno de sus principales promotores en las plataformas digitales. Este personaje difundió un mensaje agraviando al senador cordobés Luis Juez, publicación que primero eliminó pero que, horas más tarde, decidió volver a compartir con mayor virulencia. En su embestida, no solo redobló los ataques hacia el colectivo de personas con discapacidad, sino que también apuntó contra el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, quien había repudiado abiertamente sus expresiones.
La controversia alcanzó tal magnitud que, salvo por los sectores más radicalizados del oficialismo —las autodenominadas Fuerzas del Cielo— y figuras como Manuel Adorni o el propio Milei, casi nadie salió en defensa de Parisini. Incluso, trascendió que Karina Milei, secretaria general de la Presidencia y hermana del jefe de Estado, se comunicó personalmente con Juez para disculparse en nombre del entorno presidencial, reconociendo la gravedad del episodio.
El escándalo tampoco pasó inadvertido en el ámbito periodístico. Diversos medios de comunicación, periodistas y canales televisivos repudiaron lo sucedido, calificando el exabrupto como un gesto ofensivo, intolerante y con tintes autoritarios.
Uno de los pronunciamientos más duros provino de Baby Etchecopar, periodista identificado hasta hace poco con el ideario libertario. En su editorial televisiva, Etchecopar fue categórico al señalar que “no podemos seguir un día soportándolo”, en alusión al comportamiento del Gordo Dan. El comunicador sostuvo que, dado su vínculo con el gobierno y su rol de influencia dentro del círculo libertario, su permanencia resulta insostenible.
Además, Baby lanzó una acusación contundente: “No me digan que Gordo Dan no es un nazi porque creo que es un nazi”. En su descargo, profundizó aún más el tono de su condena: “No te enojés, Gordo, porque creo que hay una sola palabra con la que se te puede representar: sos un reverendo hijo de puta por meterte con una chica con capacidades diferentes y un padre que sufre”.
Para cerrar su editorial en la señal A24, Etchecopar interpeló directamente al Presidente: “Le pido a Milei, que ahora está paseando, que lo obligue a pedir disculpas, así como no se anima a obligar a su hermana o a los Menem. Tiene que hacerlo con este Gordo Dan”.
De esta manera, el episodio dejó al descubierto no solo las tensiones internas del oficialismo, sino también el creciente malestar en distintos sectores políticos, sociales y mediáticos, que ven en este tipo de actitudes un factor de erosión para la imagen del gobierno.