Luego de que Nicolás Kreplak, el ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires bajo la gestión de Axel Kicillof, advirtiera sobre un próximo brote de dengue que «va a ser desquiciante para la gente», el Gobierno de Javier Milei respondió que «la salud es una responsabilidad primaria de las provincias». Esta declaración provocó una creciente preocupación entre aquellos que ya estaban calculando tanto el tiempo como el costo de la vacuna para protegerse de esta amenaza emergente.

La duda principal es si, en caso de tener el dinero, se debe proceder inmediatamente a la vacunación o si lo más «redituable» sería primero realizarse una prueba para determinar si ya se ha tenido dengue anteriormente. Esto es crucial porque, si ya se ha padecido la enfermedad, la vacuna se convierte en una inversión importante para evitar una peligrosa reinfección.

La adquisición privada de la vacuna ha experimentado un incremento significativo del 90% en el costo de las dos dosis desde noviembre, cuando el precio pasó de $37.500 a $71.293 por dosis. Mientras tanto, el Gobierno ha realizado una compra de vacunas para integrarlas en un plan destinado a prevenir una nueva epidemia de dengue. Dado que el proceso de distribución es lento y muy segmentado, aún se están esperando respuestas definitivas.

«Para darse la vacuna del dengue no es necesario testearse para saber si se tuvo antes. Primero, porque el costo-beneficio para el sistema de salud no es ideal. Segundo, porque habría que ir dos veces al sistema, esperar los resultados de laboratorio y ahí recién ir a vacunarse. Y no en todos los centros está disponible el testeo», arranca Eduardo López, jefe del Departamento de Medicina del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.

López da a Clarín su sentencia: «En ningún país que se esté dando la vacuna del dengue públicamente se utiliza el testeo previo».

Esto sucede porque es posible testearse para saber si se tuvo dengue alguna vez. En el sector privado, con cobertura de los planes más altos del país.

Pero el infectólogo tampoco lo ve «útil» ni siquiera en modo particular. «Se pierde tiempo en la extracción de sangre y en la espera de resultados -asegura- Y si hay que pagarlo, son test costosos».

«Por eso es que en la estrategia de los gobiernos del mundo que deciden vacunar por dengue -refuerza- se apunta a una acción focalizada: a los grupos que quieren vacunar, independientemente de un testeo previo que no se justifica«.

En el hipotético caso de que, igualmente, se decida recurrir al test para tomar la decisión de ir y comprar la costosa vacuna del dengue si se confirma la infección previa, el epidemiólogo marca que «salvo que sea un centro de investigación, los laboratorios no especifican el serotipo de la infección. Dicen: tuvo dengue/no tuvo dengue«.

Durante el brote de marzo-abril, el Centro Rossi llevó a cabo pruebas serológicas y de biología molecular para entre 50 y 70 pacientes por día.

Durante la fase inicial de la infección, desde el inicio de los síntomas hasta los siguientes 5-7 días, se realizan técnicas de diagnóstico directo, como la PCR (identificación del ácido nucleico viral) o la detección del antígeno NS1. En promedio hoy cuestan $ 22.000. Después de 5-7 días, se pueden utilizar las pruebas serológicas, basadas en la respuesta inmunitaria del huésped a la infección del virus (IgM o IgG), unos $ 60.000.

«Las pruebas serológicas que detectan anticuerpos de tipo IgM, indican estadíos tempranos de la enfermedad (infección aguda), mientras que la detección de anticuerpos de tipo IgG hace referencia a inmunidad adquirida, ya sea por haber cursado la enfermedad o posterior a la vacunación», explica a Clarín Verónica Vergini, especialista en Inmunología de ese laboratorio.

Saber el detalle del serotipo es vital para la vigilancia epidemiológica, que permite rastrear qué serotipos circulan en el país, cuál es el predominante, y tomar acciones de salud pública acorde. Pero «en lo práctico, para darte o no la vacuna, no te sirve saberlo. Porque la inyección protege contra los cuatro serotipos», aclara López.

¿A quiénes conviene darles la vacuna primero? Al grupo que clínicamente -por evaluación clínica, no necesariamente porque un test lo diagnosticó- tuvo dengue previamente.

¿Por qué? Entre los primeros seis y ocho meses después de haber tenido dengue, independientemente del serotipo de la infección, hay una protección contra los cuatro tipos de dengue. Se llama inmunidad heterotípica. Pero luego desaparece. Quedan anticuerpos sólo para el serotipo que enfermó.

«Hay que proteger a esas personas, porque el segundo serotipo que los infecte (uno distinto al del «primer» dengue) tiene mayor riesgo de gravedad», detalla. Ese es el consenso mundial sobre el dengue: la segunda vez es peor.

El problema es que por cada persona que clínicamente tuvo dengue hay entre 5 y 6 más que lo tuvieron pero sin síntomas.

Esta marcada falta de detección se da en zonas endémicas o cuando el brote es de la magnitud del que padecimos en gran parte del país al comienzo de este año, con un récord histórico de casos y de muertes: para mayo fueron más de 430.000 los confirmados y 301 las personas fallecidas desde enero.

En Argentina la ANMAT aprobó la vacuna del dengue Qdenga, del laboratorio japonés Takeda, desde los 4 años y sin límite de edad, aunque en los estudios sólo se evaluó su eficacia y seguridad en personas de hasta 60 años.

Es la única disponible en el país y tienen que pasar 3 meses entre la primera dosis y la segunda. La vacuna empieza a generar anticuerpos desde el primer pinchazo, pero en cantidad y calidad, la protección deseable recién se alcanza a los 20 días de la segunda dosis.

Su aplicación -además de no conocerse resultados sobre los mayores de 60- está contraindicada en las embarazadas o durante la lactancia y en inmunosuprimidos, porque es una vacuna a virus vivos atenuados del dengue.

En línea con las recomendaciones redactadas por la Comisión Nacional de Inmunizaciones (Conain), en el sector público las dosis se destinarán de manera focalizada a la población de entre 15 y 39 años de las provincias con mayor amenaza de brotes, en el norte y centro del país.

En paralelo, varias jurisdicciones avanzan con sus compras y van anunciando cómo convocarán a la población que no haya recibido ya la vacuna en los primeros meses de este año a través de campañas públicas locales o de manera privada.

«Hay varias estrategias para controlar el dengue. La vacuna es una herramienta fundamental. Pero ni el dengue ni el vector que lo transmite, el mosquito, se van a eliminar con la vacuna. Lo principal es la prevención: descacharrar, evitar facilitarle al aedes aegypti recipientes donde se acumule agua y pueda poner huevos, y usar repelente», cierra López.

Pero también refuerza la necesidad de que se aplique acá el proyecto wolbachia, que con una bacteria inofensiva para las personas, podría anular la peligrosidad del mosquito.

Cuando los mosquitos wolbachia (así se llama a la población que se hace crecer infectada con la bacteria) se reproducen con los mosquitos Aedes aegypti, las hembras tienen huevos anembrionados (sin embrión), lo que reduce la población de mosquitos y dificulta que virus como el dengue, el Zika y la fiebre chikungunya se reproduzcan en el huésped y se transmitan a las personas.

En Río de Janeiro ya liberaron a ese ejército de esterilidad para prevenir una nueva epidemia, antes se hizo en Indonesia, en Singapur y en Colombia.

Dengue y cambio climático

Tomás Orduna, quien dirige el Servicio de Medicina Tropical y Medicina del Viajero en el Hospital de Infecciosas F. J. Muñiz, sostiene que no es necesario realizarse una prueba antes de recibir la vacuna contra el dengue. Según el especialista, el aumento en la frecuencia y gravedad de los brotes de dengue, así como de otras enfermedades virales, puede atribuirse al cambio climático. Orduna destaca que este fenómeno global está influyendo de manera significativa en la propagación de enfermedades infecciosas, provocando que los brotes se vuelvan más recurrentes y severos.

«La inmensa mayoría de personas hoy en el país tienen que pagar la vacuna para dársela, y no hace falta haber tenido dengue. De hecho, si voy a testearme me van a decir si tuve o no tuve antes, pero no podrían decirme cuál de los cuatro serotipos tuve. Y hay que tener cuidado con las serologías cruzadas (los falsos positivos) porque puede detectarse respuesta de anticuerpos para dengue cuando en realidad son de otro flavivirus. De otro patógeno del mismo género, como el Zika», explica Orduna al diario Clarín.

En esa gran familia de virus, el calor tiene mucho que ver.

El cambio climático, impulsado por la liberación de gases de efecto invernadero, ha tenido un impacto notable en las temperaturas mínimas promedio a nivel global, incluido el país en cuestión. Este incremento en las temperaturas mínimas ha generado un entorno en el cual los meses en los que los mosquitos, responsables de transmitir enfermedades como el dengue, el Zika y la fiebre chikungunya, son más prolongados. Las condiciones más cálidas y estables permiten que estos insectos encuentren un hábitat adecuado durante un período más extenso del año, favoreciendo su proliferación y aumentando el riesgo de propagación de estas enfermedades.

«La primera epidemia de dengue de Argentina fue en 2009 y la segunda fue en 2016, pasaron siete años. La tercera fue en 2020, cuatro años después. La cuarta llegó a los tres años, en el 2023, y la de principios de 2024 fue una continuidad de la del año anterior. La realidad demostró que los intervalos entre epidemias hoy son totalmente aleatorios», puntúa.

En la Ciudad y el Gran Buenos Aires la actividad del aedes aegypti comienza a mediados/fines de noviembre y va in crescendo. Con el agua y la temperatura que sube, eclosionan los huevos, desde donde salen las larvas acuáticas, que maduran a pupas, y de esas pupas salen los mosquitos.

Cuando el clima es más tropical, como pasa en zonas como Misiones o Salta, eso arranca en septiembre.

«Algunos de esos huevos (en las zonas endémicas) dan a luz mosquitos que ya están infectados con el virus. No hace falta que llegue una persona portando el virus desde otra región. Se puede generar un brote con esos aedes«, alerta Orduna./Fuente:Claín

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