Pablo Laurta, señalado como el presunto autor del doble femicidio de su expareja Luna Giardina y de su madre Mariel Zamudio en Córdoba, así como del secuestro de su hijo Pedro, de apenas 5 años, fue finalmente detenido este domingo en Concordia, provincia de Entre Ríos.
El arresto se logró gracias a un operativo coordinado entre las fuerzas policiales de Córdoba y Entre Ríos, que permitió recuperar al menor en buen estado de salud. La conmovedora imagen del niño siendo protegido por una de las agentes se viralizó rápidamente, generando un respiro en la sociedad que había seguido con angustia el caso.
Laurta fue localizado en el Hotel Berlín de Concordia mientras intentaba organizar un viaje en taxi para huir hacia Uruguay, su país de origen, cruzando la frontera. Dos policías vestidos de civil ingresaron al establecimiento y sorprendieron al femicida en el momento en que retiraba una bandeja de desayuno. El sospechoso se encontraba en la habitación 209 junto a su hijo, y la rápida intervención de las autoridades impidió su escape, culminando así un extenso operativo nacional que se había iniciado tras los crímenes del sábado.
La historia de Luna Giardina ya estaba marcada por un pasado de violencia extrema. Tres años atrás, había logrado huir de Uruguay y refugiarse en Córdoba con su hijo, después de denunciar a Laurta por intentos de asfixia y maltrato físico y psicológico. En aquella denuncia, Luna detalló un patrón de manipulación y control: “Desde que comenzamos la relación, me manipula y me obliga a hacer cosas que no quiero… No me dejaba trabajar, tener redes sociales ni teléfono. Cuando estaba embarazada me pegaba cachetadas que decía que ‘no eran golpes’ porque no eran fuertes”.
El temor de Luna también estaba alimentado por la actividad de Laurta en redes sociales, donde se relacionaba con grupos antifeministas como “Varones Unidos” y normalizaba la violencia machista. “Lo que más miedo me da”, relató en su denuncia, “es que hace pocas horas publicó en Twitter una noticia de un hombre que mató a su exesposa y comentó: ‘Lo sorprendente es que esos desenlaces no sean todavía más comunes’”.
Este episodio evidencia tanto la peligrosidad de Laurta como la gravedad de las amenazas que Luna enfrentó durante años, subrayando la importancia de la intervención temprana y la coordinación policial en casos de violencia de género que incluyen riesgo extremo para la vida de menores.
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