En la cochería ubicada en la calle Bufano 2651, en San Justo, se vive un ambiente cargado de dolor, incredulidad y angustia mientras familiares, amigos, vecinos e incluso personas que solo siguieron el caso por los medios se acercan para despedir a Brenda Del Castillo y Morena Verdi, primas de 20 años que fueron brutalmente asesinadas y arrojadas a un pozo ciego. Desde primeras horas de la tarde, el flujo de personas conmovidas por la violencia del hecho y el sufrimiento de la familia fue constante.
La abuela de las jóvenes sufrió una descompensación debido a su hipertensión y tuvo que recibir asistencia del SAME, mientras permanecía sentada en una silla colocada en la vereda. La mamá de Brenda, completamente devastada, fue contenida por los familiares mientras sostenía con fuerza a su nieto de un año, llorando desconsoladamente.
El velorio se desarrolla en medio del ruido y la congestión generada por obras viales en plena calle, lo que dificulta aún más el acceso a la cochería. A pesar de los autos detenidos, bocinazos y el caos del tránsito, muchas personas se acercan a pie para ofrecer su último adiós o simplemente acompañar en silencio. Mientras tanto, a pocas cuadras de allí, en San Justo, se realizaba el sepelio de Lara Gutiérrez, de 15 años, en un ambiente más íntimo y silencioso.
El abuelo Antonio, una figura central en estos días, caminaba despacio hacia la sala velatoria, mostrando en cada paso la profunda tristeza que lo embarga. Vecinos, conmovidos, se acercaban a dar el pésame, expresando su indignación y dolor. Lautaro Castillo, amigo cercano de Brenda y Morena, relató entre lágrimas los momentos compartidos con ellas, dejando entrever la incredulidad y el vacío que les ha dejado la pérdida.
Durante la ceremonia, se escucharon relatos de familiares y allegados que recordaban a las jóvenes como personas alegres, trabajadoras y dedicadas a su familia. Agustín, pareja de una de las tías, las describió con cariño y expresó sus deseos de que pudieran encontrar paz. Sin embargo, la tensión y el desconsuelo eran palpables: en varias ocasiones familiares se descompensaron, como la mamá de Brenda, asistida rápidamente por los médicos.
Antonio, el abuelo, expresó con dureza su reclamo hacia las autoridades, denunciando la falta de acompañamiento y responsabilizando a quienes deberían garantizar la seguridad en la zona. Sus palabras reflejaron el enojo y la impotencia de toda la familia frente a un crimen que ha dejado al barrio y a la comunidad consternados.
Por su parte, el velatorio de Lara se realiza en la cochería Casa Dauria, en pleno centro de San Justo, en un clima íntimo, con la madre de la adolescente sosteniendo un peluche perteneciente a su hija. El entierro está programado para el viernes a las 11 de la mañana en el cementerio Campo Santo de González Catán, mientras afuera se mantiene un ambiente de respeto, aunque también de indignación por los comentarios que circulan en redes sociales sobre la víctima.
En conjunto, ambos velorios reflejan no solo el dolor y la conmoción de los familiares y amigos, sino también la indignación y la búsqueda de justicia de una comunidad que no logra comprender la brutalidad de los hechos.
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