Un grave episodio de violencia tuvo lugar en el barrio porteño de Recoleta, donde un conflicto vecinal por el volumen de la música casi termina en tragedia. El incidente, que guarda ciertas similitudes con un reciente caso en Lomas del Mirador, involucró a un joven de 29 años que fue atacado por tres vecinos del edificio donde vive, ubicado en la calle Mansilla al 3043. En este caso, el desenlace no fue fatal, pero la víctima quedó con heridas físicas y psicológicas que reflejan la escalada de agresiones provocadas por situaciones cotidianas.
El conflicto se originó cuando el joven, identificado como Lucas F., solicitó a sus vecinos que disminuyeran el volumen de la música que escuchaban en el Salón de Usos Múltiples (SUM) del edificio. Según relató, los vecinos estaban celebrando con música alta que podía escucharse desde su departamento, ubicado justo debajo del salón. Al principio, optó por no decir nada, ya que todavía era temprano. Sin embargo, al salir más tarde a pasear a su perro, se encontró con dos hombres y una mujer en el ascensor. Estos venían del SUM y llevaban consigo una botella de cerveza. Fue en ese momento cuando Lucas aprovechó para pedirles, de manera educada, que redujeran un poco el volumen. La respuesta que recibió fue un insulto disfrazado de burla: «Sos un amargado, es Navidad y hay que festejar», le dijo la mujer.
Poco después, lo que comenzó como una simple solicitud terminó en una violenta agresión física. Lucas fue atacado por los tres vecinos en la entrada del edificio. Todo quedó registrado por una cámara de seguridad, cuyas imágenes muestran el momento en que la situación escala rápidamente. En el video, se observa al joven saliendo a la calle con su perro y cruzándose con los agresores. Tras un breve intercambio de palabras, la confrontación se torna física. Lucas, al estar solo contra tres personas, no pudo defenderse y terminó en el suelo, mientras los agresores continuaban golpeándolo. El resultado: un ojo morado, múltiples hematomas en el cuerpo y una experiencia traumática que lo dejó pensando que su vida estaba en peligro. “Pensé que me iban a matar”, expresó, aún conmocionado.
En su relato, Lucas explicó que había pasado el día fuera de su casa. Al regresar, ya se escuchaba la música a todo volumen proveniente del salón en el último piso del edificio. Aunque la molestia era evidente, decidió no intervenir en ese momento. Más tarde, cuando se encontró cara a cara con los responsables en el ascensor, trató de manejar la situación de forma directa pero tranquila, pidiendo que bajaran un poco el volumen. Sin embargo, su petición no solo fue ignorada, sino que desató la ira de los vecinos.
El ataque dejó en evidencia cómo una disputa aparentemente menor puede transformarse en un episodio de violencia desmedida. La golpiza, registrada por las cámaras, no solo muestra el impacto físico que sufrió Lucas, sino también el nivel de agresividad y falta de control por parte de sus atacantes. Aunque en este caso no hubo consecuencias fatales, el joven quedó profundamente afectado y el incidente ha generado preocupación en la comunidad.
Este tipo de situaciones pone de manifiesto la necesidad de abordar los conflictos vecinales de manera civilizada y con mecanismos adecuados para evitar que escalen a este nivel de violencia. Al igual que en el caso de Lomas del Mirador, donde una discusión por el volumen de la música culminó en un homicidio, el episodio en Recoleta demuestra que la intolerancia y la falta de respeto mutuo pueden tener consecuencias graves. Afortunadamente, en esta ocasión, Lucas logró sobrevivir al ataque, aunque las secuelas de lo ocurrido quedarán marcadas tanto en su cuerpo como en su mente.