En un video, Miguel Strzyzowski (54) se dirige al público y pregunta qué le pasó a su hija Cecilia, a quien él llamaba “Yeye” cuando era niña. Con lágrimas en los ojos, exige justicia por su hija, dice que no comprende lo que sucedió y pide que encuentren algún rastro de la joven desaparecida para poder verla, despedirla y decir “aquí está”. Sería la primera vez que la ve en 24 años.

Miguel, el padre biológico de la joven que busca todo el Chaco, habló por primera vez esta semana en una entrevista en la que expresó su dolor por lo que le pasó a su hija. Sin embargo, desde la familia cercana de Cecilia lo acusan de ser un padre “desentendido”, que no se hizo cargo de ella ni económicamente ni emocionalmente durante más de 20 años y que no sabía nada sobre la joven que ahora llora.

«El padre de Cecilia no es padre, es solo biológico. En 24 años nunca estuvo presente ni económica ni emocionalmente. Tiene relación directa con los Sena. Tiene un arresto domiciliario por lavado de activos. No le den cámara. Él está cobrando las notas, está lucrando con la muerte de una chica que no conoció«, denunció Gloria Romero, madre de la joven, este martes a través de sus historias de Instagram.

Desde el entorno de la familia núcleo confirman que Miguel estuvo ausente durante toda la crianza de las chicas, y que incluso dejó la casa familiar cuando Gloria estaba embarazada de Ángela, la hermana menor de Cecilia. Si bien aportó el apellido, fue lo único que dejó.

Aunque hubo un contacto desde el primer momento en que desapareció la joven, muchos de los datos más duros no se le acercaron para tratar de preservar la salud del hombre, que arrastra complicaciones cardíacas. Sin embargo, la bronca estalló cuando percibieron que el hombre estaría buscando un rédito económico de la visibilidad del caso. Lo acusan de cobrar por notas periodísticas o pedir dinero para la familia.

«Lanzó una colecta en los últimos días supuestamente para ayudar a la familia, es una mentira. Gloria jamás pidió un peso para nada, apenas le dice a la gente que lleve globos a las marchas», cuentan a Clarín desde el entorno. Incluso grafican el nulo conocimiento que tenía Miguel sobre Cecilia. «La llamó a Gloria para preguntarle cómo era su hija. No tenía idea de quien era».

Según cuenta en sus redes sociales, Miguel actualmente trabaja como asesor de seguros en Resistencia, aunque tuvo otros emprendimientos paralelos, como venta de ropa interior o de neumáticos usados. Armó otra familia y tuvo más hijos con otra pareja. De ellos sube fotos, o les dedica posteos llamándolos «el mejor tesoro».

Desde hace diez días empezó a compartir los flyers que piden justicia por Cecilia. Es la primera vez que aparece en sus redes. No respondió ante las consultas de este diario.

Miguel vive actualmente en una pequeña vivienda de un barrio humilde de la periferia de Resistencia, donde cumple con un arresto domiciliario por una causa de lavado de activos que lo tuvo como coautor de una estafa que movió más de 8 millones de dólares. «Un chantapufi», lo definen fuentes judiciales que trabajaron el caso por el cual lo condenaron a 4 años y medio en un juicio abreviado.

Tarjetas de débito, un rulo en Paraguay y una operación millonaria

Según la causa judicial, a la que tuvo acceso Clarín, Miguel Strzyzowski fue una de las partes clave de una maniobra de lavado de activos que utilizaba las cuentas bancarias de personas de bajos recursos para traer dólares desde Paraguay durante la época del cepo de Cristina Kirchner, y cambiarlos por pesos al valor «blue» para sacar una tajada de un rulo que se mantuvo facturando entre 2012 y 2015.

La mecánica era simple. Junto a un socio, Rodolfo Borda, contrataban a personas en situación de vulnerabilidad para que presten su DNI y abran cuentas bancarias en entidades ubicadas en Chaco. Se les pagaba un dinero y luego se les pedía la tarjeta de débito, para poder operar con comodidad.

Luego se ingresaba en esas cajas de ahorro montos en efectivo por unos 40 mil pesos en cada depósito, a través de las bocas de los cajeros automáticos. El número era el máximo que se podía depositar sin disparar las alertas. Es por eso que se hacía de a varios depósitos.

Con el dinero ya ingresado en las cuentas, se utilizaban las tarjetas de débito para hacer compras en posnet ubicados en Paraguay. Se probó que esas compras eran falsas, ya que luego ese dinero se cambiaba por dólares del otro lado de la frontera y se iba a buscar.

Los dólares luego se cambiaban por pesos y se comenzaba nuevamente la operatoria. También se compraron varios artículos de alta gama con el resultado de ese rulo. La justicia chaqueña incluso decomisó camionetas BMW.

Cuando los depositantes tenían que justificar el origen de los fondos, todos apuntaban al mismo lugar: préstamos en efectivo de la financiera que tenía Miguel Strzyzowski en el centro de Resistencia. La Justicia detectó en total movimientos por $ 79.621.323, que representan 9,4 millones de dólares al cambio de 2014, el año donde se movió más dinero.

Al momento de la detención, se encontraron en el domicilio que Miguel compartía con su pareja (Cintia Bordón, también condenada en la causa) una cantidad «importante» de tarjetas de débito.

Cecilia Strzyzowski y su mamá

Cecilia Strzyzowski y su mamá

Miguel y Cintia armaban los distintos legajos bancarios que presentaban junto con los eventuales titulares de cuentas. A su vez, pagaban deudas originadas en el exterior utilizando esas cuentas. Transferían, acreditaban importes y los justificaban con contratos o préstamos de dinero. Luego cruzaban la frontera y traían los dólares.

Las maniobras eran burdas. Por ejemplo, la Justicia encontró a un albañil llamado G.S., que recibía una beca como ingreso y tenía transferencias por 300 mil pesos en tres meses. O J.V., un policía que cobraba de bolsillo 16 mil pesos y recibió transferencias por 400 mil pesos. Para la justicia fue clave determinar que los receptores del dinero no tenían la capacidad de justificar los ingresos.

La vinculación con el Clan Sena

«Por mi problema de salud no salí en su momento. Tengo un par de stent y problemas cardíacos», dijo Miguel en la entrevista que se difundió esta semana. Allí reconoció que mantuvo un contacto por chat con Patricia Acuña, tía de César Sena y hermana de Marcela Acuña. Según contó, la tenía como amiga en Facebook puesto que fueron compañeros en el secundario y mantenían cierta relación de amistad.

En esos contactos, mantenidos durante la primera semana transcurrida desde la desaparición de Cecilia, la mujer quiso convencer al padre de que su hija se había al sur del país, la misma estrategia que había planeado la familia Sena antes de que dejara de haber noticias de la joven. Eso se cortó cuando Miguel pidió una reunión con Marcela. Fue un par de días antes de ser detenida.

Luego se mantuvo al margen de todo hasta la nota del último domingo, que despertó la bronca de Gloria. 

«Yo jamás pedí un peso. No puse colectas, nunca pedí plata. Este hombre salió a pedir plata. Ahora se acuerda después de 24 años que tiene una hija porque está muerta y porque es un negocio. Es una falta de respeto, me rompí el culo criando a mis hijas sola y ahora este ser nefasto va a venir a ensuciarla», cerró la madre a través de Instagram.

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