Carlos Robledo Puch, reconocido como el asesino serial más famoso de la Argentina y apodado «El Ángel de la Muerte», expresó recientemente su deseo de poner fin a su vida de una manera indolora debido a los múltiples problemas de salud que padece. Su petición consiste en ser llevado a una clínica donde le administren una sustancia letal mientras está profundamente dormido. A sus 73 años, Robledo Puch ha pasado más de medio siglo en prisión desde su captura en 1972, tras ser declarado culpable de múltiples homicidios, robos y violaciones ocurridos en la zona norte del conurbano bonaerense cuando apenas tenía 20 años.
El asesino manifestó abiertamente su deseo de ser sometido a la eutanasia debido al sufrimiento constante que experimenta. “Lo único que ansío es que me metan en la sala de una clínica, me abran una vía con suero, me hagan dormir profundamente y después me inoculen veneno y me maten”, expresó en una reciente declaración que se difundió en un programa televisivo. Además, detalló que padece cuatro hernias, problemas severos de próstata, cataratas, artrosis, asma, EPOC y dolores crónicos en la columna, la cadera y la cintura, lo que lo deja en un estado de salud extremadamente deteriorado.
En 2024, la Justicia le otorgó el beneficio de un régimen de detención más flexible, permitiéndole salir de la cárcel. Sin embargo, él mismo rechazó esa posibilidad, argumentando que después de tantos años en prisión, ya se había habituado a la vida tras las rejas. No obstante, en su última declaración pública, dio a entender que, en su opinión, jamás le permitirían realmente abandonar la cárcel.
Nicolás Pérez, periodista de confianza del criminal, comentó en el programa de América que Robledo Puch se niega a salir de prisión porque teme ser asesinado. Además, el reportero señaló que el asesino parece haberse quedado atrapado en el tiempo, conservando la mentalidad de un joven de 19 años, edad en la que fue detenido.
El historial delictivo de Robledo Puch
Su carrera criminal comenzó en 1971, cuando tenía solo 20 años. A lo largo de un año, ejecutó una serie de asesinatos que tuvieron como principales víctimas a serenos y guardias de seguridad de diversos establecimientos comerciales. También acabó con la vida de dos de sus cómplices y de dos jóvenes mujeres a las que primero sometió sexualmente y luego asesinó.
Robledo Puch provenía de una familia de clase trabajadora. Su padre era empleado de General Motors y su madre, ama de casa con ascendencia alemana. En 1980, tras ser juzgado por sus crímenes, confesó haber cometido al menos 11 homicidios en el transcurso de un año.
Su captura se produjo en febrero de 1972, después de que ejecutara al sereno de una ferretería en la localidad de Carupá y a su propio cómplice en ese crimen, Héctor Somoza. Antes de esto, había cometido numerosos delitos junto a Jorge Ibáñez, otro de sus cómplices, quien falleció en un accidente automovilístico en el que, según se sospecha, Robledo Puch estuvo involucrado. Con Ibáñez, habían secuestrado y abusado de dos jóvenes a quienes posteriormente asesinaron y abandonaron a la vera de la Panamericana.
Al finalizar el juicio, fue condenado a reclusión perpetua con la accesoria por tiempo indeterminado. A lo largo de los años, la Justicia le ha denegado todos los pedidos de reducción de pena o libertad condicional, lo que lo convierte en la persona con la condena más prolongada en la historia penal del país. Su historia criminal inspiró la película «El Ángel», estrenada en 2018, basada en su biografía y en los hechos que marcaron su vida delictiva.
