Durante sus días, Agustina Aylén Fernández trabajaba atendiendo un modesto puesto de venta de panchos en el concurrido Parque Centenario. Pero, llegada la noche, su vida daba un giro completamente diferente: utilizando aplicaciones de citas, se conectaba con hombres a quienes luego visitaba en sus hogares. Allí, empleando un método cuidadosamente planeado, los drogaba y les robaba. Este doble estilo de vida finalmente quedó al descubierto, y la joven pasó su cumpleaños número 22 tras las rejas, tras ser arrestada por la justicia debido a su participación en al menos siete casos que se ajustaban al modus operandi conocido como el de una “viuda negra”.
Una de las víctimas de Fernández fue un hombre identificado como Gabriel (nombre ficticio para proteger su identidad). Este individuo había pasado 20 años viviendo en Israel y regresó a Argentina el 8 de octubre de 2023, justo un día después de que el grupo Hamas sorprendiera con un ataque a ese país. Gabriel conoció a Fernández en Tinder, y tras intercambiar mensajes por WhatsApp, acordaron un encuentro el 1° de enero de 2024 en el departamento de Gabriel, ubicado en el barrio porteño de Almagro.
Presentándose como “Rocío Blem” y afirmando tener 21 años, Fernández llegó al edificio, donde Gabriel la recibió en la entrada. Al entrar, comenzaron la noche bebiendo agua mientras veían televisión, pero luego abrieron una botella de vino. En un momento, ella pidió hielo, lo que llevó a Gabriel a dirigirse a la cocina, de donde también trajo chocolates. Sin embargo, poco después, Gabriel perdió el conocimiento y no recordó nada hasta la mañana siguiente. Aturdido, logró llegar al hall del edificio, donde las cámaras de seguridad lo captaron tambaleándose. Afortunadamente, un vecino médico le prestó asistencia, mientras otros residentes llamaban a emergencias y a la Policía. Al revisar las grabaciones, quedó registrado cómo Fernández salía del lugar vistiendo dos camperas y llevando una bolsa con pertenencias de la víctima.
Fernández no actuaba de manera aislada. Además de cambiar constantemente de identidad, utilizando nombres como Rocío, Catalina, Belén, Yuli, Magui y Mili, operaba con la ayuda de su novio Sebastián Esteban Giménez, de 26 años, y un amigo, Iván Matías Navarro, de 27. Juntos formaban una banda que aprovechaba las aplicaciones de citas como Tinder, Happn y Badoo para atraer a sus víctimas.
El esquema delictivo se repitió en al menos siete casos entre abril de 2023 y julio de 2024, todos ocurridos en la Ciudad de Buenos Aires. Una vez que Fernández ganaba la confianza de sus víctimas, era invitada a sus domicilios. Allí, empleaba una táctica precisa: pedía hielo, lo que le daba tiempo para agregar clonazepam en la bebida de los hombres, dejándolos inconscientes. Según la justicia, esta estrategia le permitía a Fernández, a veces con ayuda de sus cómplices, robar con facilidad.
Además de los robos de objetos materiales, en al menos dos casos, Fernández vació billeteras virtuales de las víctimas, transferencias que finalmente ayudaron a identificarla.
El caso de Gabriel fue fundamental para avanzar en la investigación. Las imágenes de las cámaras de seguridad y la foto del perfil que Fernández utilizaba en las aplicaciones se viralizaron. Esto llevó a que una joven se presentara para denunciar que la fotografía era suya, confirmando que Fernández la había utilizado de forma indebida. Además, esta denunciante reconoció a la acusada como una vecina de su barrio en Zavaleta, Barracas.
La policía también rastreó las transferencias realizadas desde los dispositivos de las víctimas, vinculándolas directamente a cuentas asociadas con Fernández. La empresa Happn colaboró proporcionando datos del perfil que ella había creado, incluyendo el número de teléfono asociado.
Gracias al análisis de comunicaciones, los investigadores determinaron que Fernández era madre de un niño y que trabajaba atendiendo un puesto de panchos en el Parque Centenario. Finalmente, el 8 de enero de 2024, fue arrestada mientras estaba en su puesto de trabajo. Una semana después, sus cómplices, Giménez y Navarro, fueron detenidos en una cooperativa en Barracas.
Fernández ya contaba con antecedentes penales: una condena previa de tres años en suspenso por un robo a mano armada en 2023. Sus cómplices también tenían registros delictivos. En esta nueva causa, Fernández fue procesada como autora de múltiples delitos, incluyendo “robo triplemente agravado” y “hurto”, en un total de nueve casos.
La captura de Fernández y su banda puso fin a una serie de delitos que habían dejado múltiples víctimas en la Ciudad de Buenos Aires. A través de un elaborado plan, la joven logró ocultar su verdadera identidad durante meses, pero finalmente, las pruebas reunidas por las autoridades llevaron a su procesamiento y al de sus cómplices.
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