En el barrio cercano a la escuela Media de Alderetes, el padre del adolescente involucrado en el violento incidente que sacudió a la provincia conversó con el diario La Gaceta. Su hijo, de 13 años, es quien atacó a una compañera en el aula con un cuchillo tipo sierrita, provocándole una herida en el pecho que requirió su traslado urgente al Hospital de Niños, donde permanece internada en cuidados intermedios con evolución favorable. La vivienda familiar se encuentra a pocas cuadras del establecimiento educativo.
El padre relató que su hijo sufría constantes burlas de compañeros, quienes lo apodaban “monito”. Según él, el joven cargaba con un malestar interno que no había sido detectado: “Arrastraba algo adentro, estaba cansado del bullying que le hacían”. La familia asegura que hasta el momento del incidente, nunca se habían registrado problemas de disciplina ni de violencia en la escuela, donde el chico estudia desde la primaria. La madre es ama de casa y el padre trabaja en una panadería y realiza tareas de albañilería, lo que limita el tiempo que pueden compartir con sus hijos, aunque por las noches se reúnen a tomar mates y conversar.
El adolescente, según sus familiares, mostraba una creciente resistencia a ir a la escuela: “Él decía desde hace tiempo que no quería ir más. Intentamos hablar con él, pero no expresaba las razones hasta que ocurrió esto”, explicó el padre. La rutina del joven es limitada, con escasos contactos sociales fuera de la familia, sin práctica deportiva desde que empezó la secundaria, y dedicando su tiempo a la televisión y el uso del celular.
Sobre el día del ataque, el padre recordó que la directora de la escuela lo recibió con sorpresa, describiéndolo como un chico tranquilo y reservado. El adolescente, visiblemente afectado, explicó que había sido empujado y acosado en la fila, y que llevó el cuchillo desde su casa sin intención de confrontar a otros compañeros. El progenitor enfatizó que nunca existieron conflictos previos con la alumna agredida ni citaciones escolares previas, lamentando que no se hubiera detectado el sufrimiento de su hijo a tiempo: “Si hubiéramos sabido lo que él sentía, podríamos haber hablado con la directora para evitar esto”.
La hermana del adolescente también señaló fallas institucionales, indicando que el joven había denunciado el bullying a una preceptora sin que se tomaran medidas. Esta situación, sumada a la vergüenza de relatar lo ocurrido en casa, habría contribuido a que el malestar del joven permaneciera oculto. Tras el incidente, comenzaron a circular rumores sobre agresiones previas, como el lanzamiento de yogur o de útiles escolares, que habrían ocurrido de manera reiterada dentro del curso. La familia reclama mayor intervención de las autoridades educativas y del Ministerio de Educación, subrayando la importancia de brindar un entorno seguro y un acompañamiento efectivo para la salud mental de los estudiantes.
En cuanto a la estudiante herida, su estado es estable y se encuentra en cuidados intermedios con parámetros favorables, recibiendo asistencia psicológica. Por su parte, las autoridades educativas y judiciales continúan investigando el hecho, sin registros de conflictos previos entre agresor y víctima. La Fiscalía de Menores, la Policía, Dinayf y el Ministerio de Educación trabajan para esclarecer las causas del ataque mientras la comunidad escolar intenta retomar la normalidad, marcada por el impacto del suceso y la viralización de las imágenes del aula.
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