Durante más de un año y medio, Micaela Vargas —conocida en el ambiente delictivo como “Cachorra”— logró mantenerse oculta. Sin embargo, su fuga terminó esta semana. Los investigadores lograron ubicarla en Lanús, donde llevaba una vida aparentemente común: se movía por el barrio como cualquier vecina, tenía una nueva relación sentimental y no llamaba la atención. Esa tranquilidad se quebró cuando agentes de la DDI de Quilmes la sorprendieron en plena calle, la redujeron en el suelo y la esposaron frente a su desconcertado novio.
La detención ocurrió este miércoles en la intersección de la avenida 9 de Julio con las calles Pergamino y Luján, en la zona este de Lanús. Desde ese momento, la joven de 29 años quedó a disposición del juez Martín Yadarola, del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N.º 4, quien la investiga por el homicidio agravado de José David Silva, un empleado de consorcio de 61 años que fue hallado sin vida en su departamento del barrio de San Cristóbal.

Semanas atrás, en Chaco, ya había sido capturado el hombre señalado como su cómplice, Leandro Damián Díaz, de 35 años, por lo que ambos se encuentran ahora bajo proceso por el crimen cometido el 5 de junio de 2024.
El asesinato fue descubierto al día siguiente, cuando personal de la Comisaría 1C ingresó al departamento de Silva tras un aviso de vecinos. En el baño encontraron su cuerpo tendido en un charco de sangre con siete puñaladas en el rostro y el cuello. El informe forense determinó que la muerte se produjo por una hemorragia masiva, y que el último de los cuchillazos le cortó por completo la arteria carótida y la vena yugular.
De acuerdo con la investigación, Vargas había iniciado una relación sentimental con Silva para ganarse su confianza. El día del crimen, llegó al departamento acompañada por Díaz, quien era su pareja real. La víctima les abrió la puerta sin sospechar nada. Cuando ingresó al baño, ambos lo atacaron en el reducido espacio sin darle posibilidad de reaccionar. Después del asesinato, se llevaron su billetera, su teléfono celular y alrededor de $165.000 que el hombre tenía guardados para reparar su auto.
El cuerpo fue encontrado porque los vecinos advirtieron una pérdida de agua y entraron al domicilio para revisar. La escena del crimen estaba manipulada: el bidet había quedado abierto y tapado con toallas, y el cuchillo utilizado fue hallado cerca de las manos de la víctima, en un intento de simular un accidente.
La investigación avanzó gracias al análisis de cámaras de seguridad, declaraciones de vecinos y el seguimiento de los teléfonos celulares. Una mujer del edificio recordó haber visto a Silva el día anterior en compañía de una joven y un hombre corpulento, lo que coincidió con otros testimonios que confirmaban la relación del empleado con la mujer apodada “Cachorra”.
El rastreo de los celulares fue clave: se comprobó actividad del teléfono de Silva en su hogar y luego desplazamientos hacia La Matanza; las antenas también detectaron movimientos compatibles de los teléfonos de Vargas y Díaz, quienes mantenían comunicación constante.
Con todos estos elementos, los investigadores pudieron reconstruir la ruta de los sospechosos y confirmar que ambos formaban parte de una banda dedicada a robos mediante el método de “viuda negra”, donde las víctimas eran seducidas para luego ser asaltadas. Hoy, tras 546 días prófuga, “Cachorra” finalmente deberá responder ante la Justicia.
