Caso María Cash: “El quilombo está hecho hace 13 años”

Las citaciones para comparecer como testigos en la causa que investiga la desaparición de María Cash, la joven vista por última vez el 8 de julio de 2011 en Salta, fueron entregadas a los familiares y al círculo cercano de Héctor Romero, el camionero que había dado un aventón a la diseñadora. Esto generó gran preocupación entre ellos, y como resultado, una serie de conversaciones telefónicas, junto con otras evidencias, fueron clave para ordenar la detención de Romero. El camionero, ahora de 71 años, está bajo prisión preventiva, acusado de homicidio calificado por alevosía.

Este contexto es descrito en el dictamen firmado por el fiscal general Eduardo Villalba, quien fundamentó la solicitud para que Romero fuera citado a declarar ante la jueza federal de Salta, Mariela Giménez. Luego de la audiencia, donde se presentaron las pruebas en su contra, se dictó la prisión preventiva para el acusado.

El 7 de noviembre, David Romero, hermano del sospechoso, comentó: «No sé cómo zafará. Ahora lo único que queda es apechugar, porque ya no queda otra. El quilombo está hecho hace 13 años». Esta declaración fue realizada durante una conversación con Federico Segura Giménez, hijo de Miguel Segura, dueño de los supermercados Miguelito, donde los hermanos Romero trabajaban. A lo que Segura Giménez respondió: “Ya lo enredan bien en el quilombo”. David Romero continuó: “Bueno, no podes, no podés zafar del quilombo. No sé”. En otro momento de la charla, mencionó: “Ya veremos qué sale. Ya no hay marcha atrás. Meta chau”.

La preocupación era evidente, ya que, como se mencionó, las líneas telefónicas de Romero y su entorno estaban siendo intervenidas. La citación de testigos había disparado una serie de comunicados que apuntaban a la creciente sospecha sobre Romero.

Una conversación clave ocurrió el 11 de noviembre, entre Miguel Segura y Mario López, encargado de la flota de camiones y de una finca en Joaquín V. González, Salta. López le mencionó a Segura: «Hay un problema ahí don Miguel, el tema de levantar gente, no pueden levantar a nadie». Segura, visiblemente preocupado por las acciones de su chofer, respondió: “Eso sí que no, después eso explicale vos, el quilombo que tengo yo hoy en día por culpa de un chofer pelotudo que ha hecho una cagada. La verdad que se ha mandado un moco de la mierda y hoy me tienen a mí como bola sin manija”.

Romero, al enterarse de las citaciones de las personas cercanas a él, mantuvo varias comunicaciones con Gustavo Lemos, encargado de la sucursal del supermercado Miguelito en Joaquín V. González, quien también fue citado como testigo. En una de las conversaciones, Romero le aconsejó a Lemos: “Vos no tenés que decir nada de lo que no sabés”. Le pidió que no inventara detalles, instándolo a “no meterlo en quilombo”. El camionero le reiteró más de una vez que no debía decir nada que no supiera con certeza.

El 7 de noviembre, David Romero y Miguel Segura también tuvieron una conversación donde Segura le comentó: “El Negro también me ha dicho que no nos comuniquemos por teléfono”, y le aseguró: “El Negro me va a averiguar sobre… cuál es la verdad”. El fiscal Villalba, en su dictamen, destacó que a raíz de esta conversación, las comunicaciones en el entorno de Romero se volvieron más escasas, siguiendo los consejos de Segura y David Romero, quienes indicaron que «El Negro» les recomendó no hablar por teléfono.

Los investigadores confirmaron que «El Negro» al que se referían era Daniel Segura Giménez, exintendente de General Güemes y actual diputado provincial, quien habría aconsejado a la familia evitar el contacto telefónico. Esta información fue recogida a partir de una conversación interceptada entre Miguel Segura y Mario López.

En su indagatoria, Romero sostuvo su inocencia, insistiendo en que no hizo nada malo a María Cash. El fiscal Villalba, en su análisis, explicó que la causa había estado marcada por falsos datos y avistamientos erróneos que desviaron la atención de Romero, quien nunca fue considerado como la última persona en ver con vida a María Cash. No obstante, las grabaciones telefónicas y las declaraciones en las que se referían a un «quilombo» y a que “ya no hay marcha atrás”, apuntan a un comportamiento sospechoso, en especial por la protección de su entorno cercano. El fiscal, en su dictamen, mencionó que la protección de Romero por parte de su hermano y su patrón, Miguel Segura, sugería que podrían estar involucrados en el crimen. Villalba sostuvo que la hipótesis es que Romero levantó a María con la intención de abordarla sexualmente, y que el crimen ocurrió en el trayecto hacia Joaquín V. González, donde luego se hizo desaparecer el cuerpo.

El fiscal también señaló que, aunque no se ha encontrado el cuerpo de María Cash, esto no impide que se considere que se cometió un homicidio, ya que la falta de hallazgo del cadáver no es un requisito procesal en el sistema judicial argentino para probar un crimen. «Si existiera una norma procesal que así lo exigiera, se llegaría al absurdo de consagrar la impunidad de quien además de asesinar, logra ocultar exitosamente el cadáver de la víctima», concluyó Villalba.