El doble asesinato en Santa Lucía en el que murieron Luis «Chano» de la Vega y su hijo Walter, todavía sigue sin resolverse del todo y continúa cubierto de un cierto halo de misterio.
El primer allanamiento policial ordenado por la justicia fue en una casa donde reside la esposa y padre de los fallecidos y el otro donde reside un hombre que mantendría algún tipo de relación sentimental con la mujer, dato que fue revelado a los investigadores por vecinos y allegados de una familia separada por la cárcel.
Sucede que de la Vega padre cargaba sobre sus espaldas un pesado historial de conflictos con la ley, que comenzó a engrosar cuando integró la banda de piratas del asfalto que comandó el tristemente célebre Roberto «Chichi» López, muerto hace ya varios años.
En la misma banda estaban Juan Roberto «Gordo» Cobos, Jorge Alejandro «Pelain» Nasif (el que fue asaltado por policías la semana pasada en su casa de Famaillá) y Alberto «Pelusa» Tolosa, quien purga condena por el brutal crimen del remisero Luis Cisterna.
Además de esos antecedentes, de la Vega acumuló causas en su contra por delitos contra la propiedad. La última vez que estuvo detenido fue en junio del año pasado, cuando lo apresaron junto a su hijo por llevar armas y elementos que suelen usarse para robar, en la misma camioneta en la que apareció incinerado.
Según contaron allegados, cuando salió en libertad y quiso volver a su casa, su esposa no se lo permitió, ya que en ese lapso se habría afianzado su relación con el dueño de la otra vivienda que fue allanada el fin de semana. de la Vega se fue a vivir a otro lado y la mujer hizo lo propio poco después.
Si bien no trascendieron los resultados de los allanamientos, todo indica que no se obtuvieron resultados que permitan avanzar con la investigación. Apenas se pudo confirmar un dato aportado por los informantes: de la Vega tenía un escondite en su casa, una especie de sótano, que estaba vacío cuando llegaron los policías./Contexto