El asesinato de Gabriela Picciuto, cuyo cuerpo fue descubierto en mayo de 2023 en una vivienda de la calle Chacabuco 59, continúa manteniendo en tensión a la sociedad tucumana mientras avanza el juicio contra su expareja, Leonardo Salomón. Durante las audiencias, los fiscales y peritos del Equipo de Investigaciones Fiscales (ECIF) presentaron pruebas fundamentales que han permitido esclarecer detalles clave sobre el crimen, como la mecánica del hecho, el momento de la muerte y posibles manipulaciones de la escena del crimen.

El 12 de mayo de 2023, un albañil que realizaba refacciones en la vivienda se topó con el cadáver de Gabriela, el cual estaba oculto en una estructura debajo de la cisterna de la casa. Según el arqueólogo forense Alejandro Leiva, la escena del hallazgo había sido alterada intencionalmente. «El pozo fue tapado con ladrillos y pintura fresca, y debajo de ello se evidenciaban huellas de limpieza intencional», detalló ante el tribunal, compuesto por los jueces María Valeria Mibelli, Isabel de los Ángeles Méndez y Guido Leandro Cattáneo.
Los estudios forenses, incluyendo los tanatológicos y entomológicos, permitieron determinar que Gabriela había muerto alrededor de dos meses antes de que su cuerpo fuera encontrado, lo que coincide con la última vez que su hija tuvo contacto con ella, el 9 de marzo. Según Leiva, el cadáver fue introducido de manera manual en un espacio reducido, diseñado originalmente para una bomba de agua, y las condiciones del lugar favorecieron el proceso de momificación.
Además de los análisis forenses, la reconstrucción de los movimientos de Salomón luego de la desaparición de Picciuto ha revelado elementos comprometedores. Investigaciones telefónicas confirmaron que el imputado activó una nueva línea telefónica el 11 de marzo y utilizó un celular que anteriormente había pertenecido a la víctima. Mediante el análisis de las antenas telefónicas, se pudo seguir su desplazamiento: Salomón pasó por diversas localidades del interior tucumano como Famaillá y Simoca, fue localizado en Frías (Santiago del Estero) y finalmente llegó a Córdoba.
Una conversación recuperada de su teléfono móvil agregó una pieza crucial a la investigación: «Está re loca la flaca, es preferible irme antes que se ponga más violenta», le escribió Salomón a un contacto en lo que los investigadores consideran una clara alusión a los conflictos previos entre ambos antes del crimen.
A raíz de estos hallazgos, el Ministerio Público, bajo la fiscalía de Homicidios II dirigida por Carlos Sale, imputó a Salomón por homicidio agravado. En las próximas audiencias, se espera la declaración de familiares y exconvivientes de Picciuto, lo que podría arrojar más información relevante sobre el caso. La investigación, que ha incluido un exhaustivo trabajo de pericias forenses, reconstrucción digital y análisis detallado de la escena, está siendo clave para esclarecer uno de los crímenes más conmocionantes de los últimos años en Tucumán.