La denuncia de una vecina de Río de Janeiro por el operativo antinarco:  “Le cortaron la cabeza y la exhibieron como un trofeo”

En una entrevista concedida al canal TN, una mujer narró con crudeza los trágicos momentos en los que perdió a su hijo durante un violento operativo policial realizado en Río de Janeiro. “Le cortaron la cabeza y la exhibieron como trofeo, como si fuera un monstruo”, denunció entre lágrimas, describiendo la brutalidad con la que los agentes actuaron aquella jornada.

El joven, de apenas 19 años, se encontraba en la vivienda de su abuela cuando comenzó la incursión de la Policía Militar contra integrantes del Comando Vermelho, una de las facciones criminales más poderosas de Brasil. Según relató la madre, “entraron matando, no queriendo capturar a los delincuentes. Lo que hicieron fue una masacre”. La mujer aseguró además que su hijo mantenía amistades dentro del grupo criminal, pero remarcó con dolor que “todo el mundo se merece una segunda oportunidad y no morir en un operativo”.

Mientras tanto, organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos exigieron la presencia de observadores y mediadores especializados, solicitando la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ante la gravedad de los hechos ocurridos. Las denuncias se multiplicaron al día siguiente de la mayor matanza registrada en Brasil durante un procedimiento policial, que tuvo lugar en dos favelas de Río de Janeiro. Tanto familiares de las víctimas como activistas denunciaron ejecuciones sumarias y el hallazgo de cuerpos decapitados, con disparos en la nuca y las manos atadas.

La situación se agravó aún más cuando el diario Correio Brasiliense reveló que el Tercer Comando Puro (TCP) —una facción rival del narcotráfico— habría aprovechado la confusión del operativo policial para asesinar a miembros del Comando Vermelho, su enemigo histórico en las comunidades del complejo de Penha y Alemão, ubicadas en la zona norte de la ciudad.

Entre los testimonios más conmovedores se encuentra el de Taua Brito, de 36 años, madre de Wellington Brito, un joven de 21 años cuyo cuerpo fue encontrado sin vida en una zona boscosa. La mujer relató que su hijo fue hallado con las muñecas atadas por una cuerda, lo que demostraría que estuvo retenido antes de morir. “Hubo tiempo de ayudarlo. La cuerda demuestra que estaba atrapado, atado en algún lugar. Dejaron morir a mi hijo”, expresó con impotencia en declaraciones al diario Folha de San Pablo.

El cadáver apareció en las inmediaciones de Campo da Vacaria, un área que separa los complejos de Penha y Alemão. Vecinos del lugar aseguraron que varios cuerpos fueron abandonados en esa zona por la policía, la cual mantuvo bloqueado el acceso durante todo el miércoles bajo el argumento de “razones de seguridad”.

El megaoperativo policial se saldó con al menos 120 personas muertas y más de un centenar de heridos, convirtiéndose así en la acción policial más letal en la historia de Brasil, incluso por encima de la masacre ocurrida en la cárcel de Carandirú, en San Pablo, durante el motín reprimido el 2 de octubre de 1992.

Las denuncias de ejecuciones extrajudiciales se multiplicaron rápidamente. La abogada y activista por los derechos humanos Flávia Fróes sostuvo que varios de los cuerpos presentaban impactos de bala en la nuca, además de heridas de arma blanca en la espalda y lesiones en las piernas, lo que refuerza la hipótesis de asesinatos cometidos tras la captura de las víctimas.

El Correio Brasiliense informó también haber tenido acceso a videos y fotografías difundidos en redes sociales por supuestos miembros del Tercer Comando Puro (TCP). En una de las grabaciones, puede observarse cómo un “soldado” del Comando Vermelho es ejecutado de un disparo en la cabeza en plena vía pública, mientras uno de los atacantes grita: “Traigan más, carajo”.