Durante el lunes pasado, la tranquilidad habitual de Villa 9 de Julio, uno de los barrios más poblados de San Miguel de Tucumán, se vio abruptamente alterada cuando se confirmó la muerte de un niño de 10 años. Las primeras investigaciones apuntan a que otro menor, de 16 años, sería el responsable del hecho. En medio del impacto generalizado, la hermana del joven señalado —conocido como Benja— habló con los medios y ofreció un testimonio que rápidamente tomó relevancia, justo antes de que la Policía procediera a detenerlo.
Según relató la joven, su hermano llegó a la vivienda familiar alrededor de las 7 de la mañana del día del suceso. Estaba extremadamente nervioso y en evidente estado de conmoción. Apenas vio a su madre, la abrazó con desesperación mientras le decía repetidamente que había cometido “un error”. La misma situación se habría replicado a través de mensajes enviados a una tía que vive en Buenos Aires: en esas comunicaciones, el adolescente expresó deseos de hacerse daño y volvió a pedir disculpas por lo ocurrido.
La hermana también aportó detalles sobre el estado emocional y el contexto personal del menor. Aseguró que sufre problemas psicológicos y que ha atravesado experiencias muy traumáticas, aunque remarcó que nunca lo consideró una persona agresiva. Por el contrario, explicó que cuando se sentía abrumado solía salir a caminar como forma de aliviar la ansiedad. Incluso comentó que mantenía una relación cercana con la familia del niño fallecido: según ella, eran amigos y él solía quedarse a dormir en la casa de los tres hermanos.
En su diálogo con los periodistas, la joven recordó el último mensaje que recibió de Benja antes de su detención: “Lo último que me mandó fue que nos vayamos a vivir a otro lado”, afirmó con notable angustia. Apenas unos minutos más tarde, el adolescente fue aprehendido por las autoridades.
Tras su captura, el fiscal Pedro Gallo ordenó que el menor fuera trasladado al Centro de Admisión y Derivación (CAD). Allí comenzó a ser asistido por especialistas, quienes deberán elaborar un informe profesional para determinar cómo continuará el proceso judicial en su contra. Por el momento, el joven permanece aislado, y hasta ahora no existe documentación oficial que confirme la presencia de un trastorno mental, más allá de lo manifestado por sus familiares.
Con respecto al niño fallecido, los primeros estudios forenses indicaron que no se hallaron signos compatibles con un ataque de índole sexual. Aun así, el médico policial aconsejó realizar una autopsia completa debido a la rigidez que presentaba el cuerpo, con el fin de establecer con precisión qué ocurrió en sus últimos momentos.
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