El propietario de una Toyota Hilux se vio obligado a dejar su camioneta en el camino hacia Villa Nougués después de que presentara problemas mecánicos. Sin embargo, al regresar tras buscar ayuda, descubrió que el vehículo ya no estaba. En una serie de eventos, otro conductor fue asaltado por individuos armados que, tras reducirlo, se apoderaron de su Renault Sandero esa misma noche.
Dos días después, se reportaron dos nuevos robos de vehículos. En una calle del sur de San Miguel de Tucumán, fue sustraída una camioneta Mitsubishi Sportero, y en la zona noroeste de la ciudad, ocurrió lo mismo con un utilitario Fiat Fiorino. Estos eventos marcaron cuatro robos de autos en cuatro días, resaltando una tendencia alarmante en materia de inseguridad en la provincia a principios de año.
De acuerdo con información oficial, en el transcurso del mes se han registrado más de quince hurtos de vehículos solo en el área del Gran San Miguel de Tucumán, con muy pocos recuperados. La tendencia, según fuentes judiciales, no se mantiene constante a lo largo del tiempo, sino que varía mes a mes.
Algunos casos de robo han recibido atención mediática, como el robo de un Nissan March en Tafí del Valle durante la temporada alta. Otro caso menos difundido involucra a un hombre que, al bajarse de su camioneta VW Amarok para comprar en un drugstore, dejó las llaves adentro, siendo aprovechado por los delincuentes. Ambos vehículos fueron recuperados por las autoridades en diferentes ubicaciones.
Las investigaciones sugieren la presencia de dos tipos de organizaciones detrás de este aumento en los robos de vehículos. Una se especializa en robar camionetas o vehículos de alta gama para trasladarlos a Bolivia y cambiarlos por drogas. La otra se dedica a sustraer autos para comercializarlos en otras provincias.
La Policía sostiene que hay tucumanos que contratan ladrones de otras provincias para robar camionetas o autos de alta gama en la vía pública. Después, pagan a terceros para ocultar los vehículos en viviendas particulares, desviando la atención de los investigadores. Posteriormente, trasladan los vehículos hacia el norte, llevándolos hasta Bolivia para intercambiarlos por drogas, que luego se comercializan en la provincia.
Otra línea de investigación apunta a la existencia de al menos dos bandas formadas por delincuentes de varias provincias que roban vehículos para venderlos en otras jurisdicciones, como Tucumán, Santiago del Estero y Córdoba.
En comparación con otras provincias, los robos de vehículos en Tucumán no son violentos en su mayoría y suelen clasificarse como hurto de vehículo, un delito con penas menores y, en algunos casos, excarcelables.
El uso de herramientas tecnológicas también se ha sumado al mundo delictivo en la provincia, con rumores de la existencia de dispositivos como Pandora, capaces de arrancar cualquier tipo de vehículo, incluso aquellos con llaves consideradas únicas e inviolables.
En este panorama, la delincuencia ha evolucionado y se ha adaptado, aprovechando recursos logísticos, reclutando cómplices de otras jurisdicciones y empleando tecnología avanzada para perpetrar los robos de vehículos que han proliferado al inicio del año.
