La investigación, encomendada por el fiscal federal Agustín Chit a la Dirección General de Drogas Peligrosas de la Policía de Tucumán, resultó en la desarticulación de una organización narcotraficante cuyos alcances sorprendieron a los investigadores. Aunque los informes oficiales destacaron la confiscación de estupefacientes, efectivo, dos vehículos utilitarios, dos motocicletas utilizadas para la distribución de drogas, teléfonos celulares y un arma de fuego, así como la detención de diez sospechosos, lo más relevante son los pormenores revelados sobre esta red criminal.
La líder del grupo es conocida como «Tía Lili», quien se presume opera desde su hogar en el barrio Oeste II, donde se encuentra bajo arresto domiciliario debido a un cargo de narcomenudeo. Junto a ella, su pareja, apodado “El Chofer”, había estado prófugo hasta el jueves tras haber escapado de la seccional 3°, donde cumplía una condena por el mismo delito.
La investigación, llevada a cabo por los agentes Pablo Abad Ortiz, Omar Flores y Luis Pacheco, bajo la supervisión de los comisarios Sergio y Ramón Juárez, identificó a «Tía Lili» y «El Chofer» como los proveedores de drogas en quioscos ubicados en los barrios Juan XXIII (“La Bombilla”), Yerba Buena y Las Talitas. Esta información llevó a la ejecución de diez allanamientos, durante los cuales se encontraron evidencias suficientes para incriminar a los detenidos, muchos de los cuales contaban con antecedentes por tráfico de drogas y mantenían lazos familiares entre sí.
En el barrio Juan XXIII, «Pamela» y «Karen» fueron arrestadas por tercera vez. «Pamela» ya había sido condenada previamente por ser una de las vendedoras del clan Reyna, un grupo que había dominado el tráfico de drogas en esa zona durante varios años. En otros allanamientos realizados en propiedades de familiares de los detenidos, aunque no se hallaron drogas, se confiscó un arma de fuego, teléfonos celulares y más de un millón de pesos en efectivo. Las autoridades subrayaron que estas personas desempeñaban un papel clave en la organización al ocultar elementos que complicaban las investigaciones en curso.
En El Colmenar, se inspeccionó la vivienda del «Viejo Pedro», un hombre de 76 años que habitaba en una lujosa propiedad y que poseía aproximadamente 19 tizas de cocaína. Este formato de fraccionamiento de la droga, que había desaparecido de las calles, se creía obsoleto; cada tiza pesaba más de siete gramos, mientras que la «bochita», que es la dosis más comúnmente vendida, no supera un gramo.
El «Viejo Pedro» es abuelo de los líderes del clan Nasif, que fue desmantelado en diciembre y operaba varios quioscos en La Costanera. También está relacionado con un presunto narcotraficante de Famaillá que estuvo a punto de ser secuestrado por la banda de los “narcopolicías”.
Durante la mañana del viernes, los investigadores, junto con autoridades del servicio penitenciario, ingresaron a un calabozo de la Unidad N°1 para notificar a “Tontín” que sería acusado de vender drogas dentro del penal de Villa Urquiza. Tontín, de 32 años, es hijo de «Tía Lili» y «El Chofer» y cumple una condena por robo agravado. Anteriormente, había sido sentenciado en Salta por transportar 30 kilos de cocaína. Su padre también fue condenado por narcotráfico a bordo de un micro de línea en el que trabajaba.
Al revisar su celda, los investigadores encontraron una Biblia y descubrieron que varias de sus páginas contenían anotaciones con los alias de cuentas de billeteras virtuales pertenecientes a sus familiares, a las que se cree que transfería el dinero recaudado de la venta de drogas a otros reclusos.
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