Después de que el Senado rechazara las nominaciones de Manuel García-Mansilla y Ariel Lijo para cubrir dos puestos vacantes en la Corte Suprema de Justicia, el presidente Javier Milei reaccionó de manera categórica y no tardó en manifestar su profundo desacuerdo con la decisión adoptada por la Cámara Alta. La resolución del cuerpo legislativo representó un duro revés para el Ejecutivo, que había impulsado ambas candidaturas con el objetivo de completar la integración del máximo tribunal del país.
Ante este escenario, Milei expresó su rotunda desaprobación a lo ocurrido, condenando enérgicamente el rechazo de los pliegos y señalando que la medida adoptada por el Senado no responde a criterios de idoneidad o capacidad profesional de los postulantes, sino a una maniobra de carácter político. La postura del presidente dejó en claro su malestar por lo que interpretó como una estrategia deliberada de obstrucción contra su administración, reforzando su discurso contra el sistema político tradicional y los actores que, según su visión, intentan frenar el rumbo de su gestión.
Con esta declaración, el mandatario reafirmó su compromiso con la independencia y el fortalecimiento de las instituciones del país, al tiempo que advirtió sobre las posibles consecuencias de este tipo de decisiones en el funcionamiento del Poder Judicial y en la confianza de la ciudadanía en la administración de justicia.