El presidente argentino, Javier Milei, ha decidido emprender un viaje hacia Roma con el objetivo de asistir al funeral del papa Francisco, quien falleció este lunes a la edad de 88 años. La ceremonia tendrá lugar en el Vaticano, en el marco de una liturgia que presenta modificaciones implementadas por el propio pontífice antes de su deceso, motivadas por su deseo de reducir la pomposidad de los rituales fúnebres papales. Así lo confirmaron diversas fuentes vinculadas a la Iglesia Católica.
De acuerdo con lo establecido en la nueva normativa vaticana, ya no se confirma la muerte del Papa en su habitación personal, como era costumbre, sino en una capilla. Además, una vez comprobado el fallecimiento, el cuerpo del pontífice es colocado de inmediato en un ataúd. A diferencia de la tradición anterior, donde el cuerpo era expuesto en tres ataúdes sucesivos de ciprés, plomo y roble, ahora el cuerpo del Papa será venerado por los fieles dentro de un solo féretro abierto, lo cual también representa un cambio significativo.
Estas disposiciones están contempladas dentro del marco de la Constitución Apostólica Universi Dominici gregis, promulgada por San Juan Pablo II. Según ese documento, el Colegio de Cardenales tiene la responsabilidad de determinar el día en que los restos del pontífice serán llevados a la Basílica de San Pedro para que puedan ser homenajeados por el pueblo. También se establece que los actos fúnebres deben extenderse durante nueve días consecutivos, y que el entierro debería realizarse, salvo excepciones justificadas, entre el cuarto y el sexto día posterior al fallecimiento.
En abril de 2024, Francisco había aprobado la segunda edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, el nuevo manual de los ritos fúnebres papales. Según informó el Vaticano, el Papa había recibido personalmente la primera copia impresa del documento en noviembre de ese mismo año. El arzobispo Diego Ravelli, maestro de las celebraciones litúrgicas, explicó que Francisco había insistido varias veces en su intención de simplificar ciertos elementos de la ceremonia funeraria, con el objetivo de que reflejara con mayor claridad la esperanza cristiana en la Resurrección.
En declaraciones recogidas en entrevistas posteriores al fallecimiento de Benedicto XVI, Francisco había manifestado su deseo de tener un funeral sobrio y sin demasiadas formalidades, similar al del papa emérito en enero de 2023. También había dejado en claro que quería ser sepultado en la Basílica de Santa María la Mayor, una de las más emblemáticas de Roma.
A pesar de estas modificaciones, se conservan los tres espacios tradicionales en los que transcurren los ritos: la residencia del pontífice fallecido, la Basílica de San Pedro y el lugar del entierro. Ahora bien, la verificación de la muerte se realiza en la capilla privada del Papa, y el féretro –de madera con interior de zinc– se traslada directamente a la basílica, suprimiéndose el antiguo paso por el Palacio Apostólico.
En cuanto a la relación entre Javier Milei y el papa Francisco, el vínculo tuvo momentos de tensión, aunque posteriormente hubo una notoria transformación. En su etapa como diputado, el actual mandatario argentino había sido especialmente crítico con el sumo pontífice, llegando a calificarlo de populista y hasta de «representante del maligno en la Tierra». A comienzos de febrero de 2022, Milei publicó un mensaje en redes sociales donde incluso arrobó al pontífice en una crítica irónica sobre el uso de la caridad como justificación para actos delictivos.
Sin embargo, tras haber sido elegido presidente en noviembre de 2023, Milei experimentó un giro en su postura. Luego de recibir un saludo telefónico de Francisco por su triunfo electoral, el flamante mandatario no solo moderó sus comentarios, sino que le extendió una invitación formal para que visitara la Argentina. Ese gesto fue el primer paso de un proceso de acercamiento que culminó con una reunión presencial entre ambos el 12 de febrero de 2024.
Ese encuentro duró más de una hora y tuvo lugar en el Vaticano. Inicialmente, fue una charla privada entre el Papa y el Presidente, y luego se sumó la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei. A partir de esa reunión, Javier Milei declaró públicamente que había tenido que revisar muchas de sus posturas previas y que comprendía la relevancia de Francisco como figura global.
En sus propias palabras, Milei reconoció: «El Papa es el argentino más influyente en el mundo y, como líder espiritual de millones de personas, su presencia representa un sostén moral importante en una nación con profundas raíces católicas». Además, remarcó que la figura del pontífice no debería verse atrapada en disputas ideológicas, ya que su papel es trascendental y debe mantenerse por encima de los conflictos políticos.
La prensa internacional no tardó en destacar el contraste entre los antiguos comentarios del presidente argentino y su nueva actitud. Varios medios rememoraron sus críticas pasadas, incluyendo las veces en que lo vinculó con el comunismo, una doctrina que Milei definía como «una enfermedad del alma».
Ahora, la decisión del jefe de Estado argentino de estar presente en las exequias papales marca un punto culminante en esa transformación de su relación con el líder de la Iglesia Católica.
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