La columna publicada por el presidente Javier Milei este sábado en el diario La Nación no solo generó revuelo en el ámbito político, sino que también profundizó las diferencias con su ministro de Economía, Luis «Toto» Caputo. En su texto, Milei volvió a negar la existencia de un atraso cambiario, rechazó la posibilidad de una devaluación y minimizó el impacto del déficit comercial, en un momento en que Caputo enfrenta serias dificultades para conseguir los dólares necesarios que sostengan las reservas del Banco Central, las cuales se debilitan semana tras semana.
Los rumores de renuncia de Caputo repercutieron en las redes y el liberal Carlos Malatión sugirió que no se vaya sin tener un «juicio y castigo».
A través de su columna, Milei respondió de manera directa al Fondo Monetario Internacional (FMI), que ha estado presionando para que Argentina implemente una devaluación, unifique el tipo de cambio y libere el cepo cambiario, avanzando hacia un sistema de flotación de la moneda similar al que utilizan países como Chile, México, Uruguay o Perú. Este punto es precisamente el núcleo de la creciente fricción entre el presidente y su ministro de Economía. Mientras Caputo busca cerrar un acuerdo con el FMI para acceder a los dólares que el país necesita, Milei parece estar priorizando una estrategia más enfocada en el interés electoral, alejándose de los principios del liberalismo económico y acercándose a un manual que recuerda al aplicado por el kirchnerismo: tipo de cambio fijo, cepo cambiario, atraso cambiario y congelamiento de tarifas.
Caputo, junto con su vice, el chileno José Luis Daza, se encuentran más alineados con las recomendaciones ortodoxas del FMI, a pesar de que el ministro arrastra una relación complicada con el organismo debido a su defensa del uso de las reservas para intervenir en el mercado cambiario, tal como lo hizo durante la gestión de Mauricio Macri. Sin embargo, durante la campaña electoral, Caputo presentó a Milei un plan económico detallado, elaborado junto a sus socios de la consultora Anker, que compartía con Santiago Bausili y Federico Furiase. Este plan hacía hincapié en tres variables clave que debían alinearse para lograr la unificación del tipo de cambio y la eliminación del cepo: el crawling peg (deslizamiento cambiario), la inflación y la tasa de interés. Según el informe, cuando estas variables estuvieran alineadas, sería el momento propicio para avanzar con la unificación y la liberación del cepo.
«Esto ocurrió cuando la inflación bajó al 2 por ciento mensual y se alineó con el crawling que también estaba al 2 por ciento, pero Milei no quiso avanzar en la unificación ni en la salida del cepo», explicó un economista cercano a las discusiones al portal La Política Online. «Por el contrario, Milei ordenó bajar el crawling al 1%, agravando el atraso cambiario, priorizando la baja de la inflación, que entiende es su carta electoral más fuerte. Por eso tampoco sale del cepo ni unifica, porque teme un salto devaluatorio», agregó la fuente. Estas diferencias en la política macroeconómica se han visto exacerbadas por la influencia de Santiago Caputo, el influyente asesor y sobrino del ministro, quien pasó de ser un aliado clave del presidente a convertirse en un adversario constante.
La relación entre Milei y Caputo comenzó a deteriorarse cuando ambos se disputaron el control de la ex AFIP, ahora ARCA, una pelea que incluyó denuncias cruzadas sobre inmuebles no declarados entre los equipos de ambos en el organismo. Santiago Caputo, por su parte, ha estado apoyando el crecimiento del ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, quien es visto como un potencial reemplazo de Caputo en Economía. Sturzenegger, ha chocado cada vez más con Caputo, quien lo acusa de complicar la relación con el sector agropecuario en un momento en que el gobierno necesita que los productores liquiden sus divisas.
El campo, sin embargo, no ha respondido a las expectativas del gobierno, a pesar de la rebaja de retenciones, ya que los productores aseguran que trabajan a pérdida y prefieren esperar una devaluación. Esto refleja un problema de confianza hacia el gobierno de Milei. En la interna del gobierno, Santiago Caputo ha destacado un dato preocupante: su tío no logró cumplir con la promesa de traer al país los 25 mil millones de dólares que le había asegurado a Milei durante la formación de su equipo de gobierno. Hasta ahora, ni el FMI, ni BlackRock, ni el famoso préstamo Repo han aportado los fondos necesarios, y el préstamo Repo, que apenas alcanzó los 1.000 millones de dólares, se evaporó en cuestión de semanas.
Con una gestión económica paralizada y centrada casi exclusivamente en tratar de cerrar un acuerdo con el FMI, la iniciativa dentro del gobierno parece estar desplazándose gradualmente de Caputo hacia Sturzenegger, quien ha estado amenazando con lanzar un nuevo mega DNU (Decreto de Necesidad y Urgencia) para avanzar en la reducción del Estado. Además, según fuentes de la Casa Rosada, uno de los temas que más indigna a Santiago Caputo es la excelente relación que el ministro de Economía mantiene con Horacio Rodríguez Larreta, uno de los políticos más criticados por Milei, a quien incluso bautizó como «el siniestro». Caputo y Larreta son amigos de toda la vida, y a pesar de las diferencias entre Larreta y Milei, el exjefe de gobierno porteño ha ayudado al ministro en varias ocasiones, incluso facilitando la colocación de funcionarios en las segundas y terceras líneas del Ministerio de Economía.
«Larreta funciona como un interlocutor de alto nivel de Toto ante algunos empresarios, es una vía para destrabar pagos y resoluciones», afirmó un funcionario que conoce bien a ambos de sus tiempos en el PRO de Macri. En esta misma línea, Santiago Caputo también sospecha que su tío, el ministro, está operando en favor de los intereses de Mauricio Macri en la licitación de la Hidrovía, un proyecto que está formalmente a cargo de Iñaki Miguel Arreseygor, un hombre de confianza de Caputo.
En resumen, las tensiones entre Milei y Caputo no solo reflejan diferencias en la política económica, sino también una compleja red de relaciones personales y políticas que están influyendo en la dirección del gobierno. Mientras Milei prioriza una estrategia electoralista, Caputo y su equipo buscan alinear al país con las recomendaciones del FMI, en un escenario donde la falta de dólares y la desconfianza del sector productivo complican aún más el panorama económico.
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