El senador Luis Juez, quien en los últimos meses ha mostrado de manera constante su afinidad con la ideología libertaria y su respaldo político al Gobierno Nacional, volvió a generar atención este jueves en la Cámara de Senadores, evidenciando nuevamente su estilo directo y emotivo, que algunos interpretan como sinceridad genuina y otros como teatralidad.
El escenario fue el debate sobre la declaración de emergencia para el Hospital Garrahan y la salud pública en el ámbito pediátrico. Durante su intervención, el legislador cordobés se mostró visiblemente conmovido, hasta el punto de hablar entre lágrimas y manifestar que su discurso era “desde el alma”. Este gesto lo expone nuevamente al cuestionamiento de Javier Milei y a críticas de los seguidores libertarios en redes sociales, tal como ocurrió cuando apoyó la emergencia en discapacidad; sin embargo, Juez no se dejó intimidar y decidió respaldar públicamente la emergencia del Garrahan.
En su discurso, recordó los ataques que recibió por sus intervenciones previas: “Todavía me están pegando por la última vez que hablé en el recinto… Me mataron en las redes”, señaló, al tiempo que explicó que no podía mantenerse al margen de esta cuestión, dada su experiencia personal: su hija Milagros es una ex paciente del hospital pediátrico nacional. Esta situación le permitió transmitir un relato muy cercano a la realidad de muchas familias: “Cuando uno se desespera, el primer mensaje que le llega a los padres desesperados es ‘vayan al Garrahan’. Uno se nubla en ese momento. Piensa lo peor. Hasta que va al Garrahan y lo atienden las personas más idóneas, unos ángeles, que agarran a nuestros hijos como si fueran sus hijos, los estudian de arriba a abajo, y todos nos volvemos con una cuota de esperanza”.
Juez enfatizó la relevancia del Garrahan para los padres y la sociedad en general, asegurando que “la única esperanza que tenemos los padres con problemas la construimos en el Garrahan”, y destacó la excelencia del equipo médico que allí trabaja: “Tenemos un equipo de excelencia, construido durante muchos años de estudio, de formación, pero también de dolor, porque ellos sufren al lado de nuestros hijos”. Relató con emoción la dedicación de los profesionales: “Yo vi sufrir al traumatólogo de Milagros al lado de Milagros… Esa gente necesita ser cuidada. Como dirigentes políticos, tenemos que tener empatía para cuidar a esa gente. Son insustituibles. Y hablo por los cientos de miles de papás que necesitamos que el Garrahan siga funcionando”.
Finalmente, anticipó su apoyo formal a la declaración de emergencia, subrayando que el valor económico no era lo central, sino la importancia del hospital: “No sé cuánta plata es esto, pero lo que necesite el Garrahan lo merece”. De este modo, Juez consolidó su postura como legislador sensible a las necesidades de la salud pediátrica, alineando su discurso con la defensa de un recurso público fundamental, incluso frente a la posible desaprobación de su propio espacio político y las críticas de los sectores más ortodoxos de su entorno libertario.
