El kirchnerismo enfrenta un claro deterioro de su influencia en ambas cámaras del Congreso, un fenómeno que se evidenció durante la reciente cena de camaradería del bloque peronista del Senado, realizada en la sede del PJ nacional. Este encuentro, que históricamente servía para mostrar unidad y cohesión, terminó revelando las crecientes fisuras internas. De los 28 senadores que formarán parte del bloque a partir del 10 de diciembre, únicamente asistieron 15, dejando a la vista ausencias políticas de peso que reflejan la pérdida de control de Cristina Kirchner en un espacio que antes manejaba sin oposición.
Entre las ausencias más notorias se destacaron Juan Manzur y la senadora Sandra Mendoza, quienes optaron por no participar, aunque Mendoza había estado presente horas antes en una reunión de la Comisión de Asuntos Constitucionales. Esta decisión de distanciarse se enmarca dentro de un proceso de alejamiento progresivo del kirchnerismo por parte del manzurismo, que ya había mostrado señales claras en la Cámara de Diputados semanas atrás, cuando Javier Noguera —ex referente de Manzur— abandonó el bloque de Unión por la Patria para sumarse al nuevo bloque Independencia, ligado al gobernador Osvaldo Jaldo. La reacción del sector kirchnerista fue inmediata y acusaron a Noguera de traición.
A las ausencias tucumanas en el Senado se sumaron varios senadores vinculados a gobernadores provinciales que buscan despegarse del kirchnerismo: Daniel Bensusán (La Pampa), Cándida López (Tierra del Fuego), y los cuatro integrantes de Convicción Federal (Fernando Salino, Carolina Moisés, Guillermo Andrada y Fernando Rejal). Además, Gerardo Zamora, de Santiago del Estero, tampoco asistió y evalúa formar un bloque propio bajo el sello del Frente Cívico.
Esta debilidad interna quedó reflejada también en la necesidad de José Mayans, jefe del bloque, de anunciar la fusión de Unidad Ciudadana con Nacional y Popular para formar un único Bloque Justicialista, una medida que, en la práctica, no cambia la situación real: el interbloque Unión por la Patria continuará existiendo debido a la presencia de Convicción Federal, mostrando que el peronismo opera hoy con menor cohesión y sin un liderazgo centralizado.
La pérdida de ocho bancas en el Senado y la reducción significativa de la representación kirchnerista en Diputados tras las elecciones del 26 de octubre agravaron aún más la situación. El bloque K dejó de ser el eje organizador del peronismo y perdió capacidad de disciplinamiento: gobernadores, senadores e incluso diputados que antes respondían directamente a Cristina Kirchner ahora negocian con la Casa Rosada por su cuenta.
Incluso, la versión difundida por el entorno de la expresidenta sobre una supuesta “autorización” para negociar el Presupuesto fue desestimada por muchos legisladores, interpretándola como un intento de mantener una centralidad que, en la práctica, ya se ha debilitado.
La combinación de ausencias en el Senado, fugas en Diputados, fractura territorial y pérdida de bancas evidencia que el kirchnerismo atraviesa su mayor retroceso en el Congreso desde 2015 y que su capacidad de conducción dentro del peronismo se encuentra en un claro retroceso.
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