La vicepresidenta Victoria Villarruel se enfrenta a uno de los momentos más oscuros de su carrera política desde que asumió su cargo y la presidencia del Senado. Tras meses de tensiones y fricciones, ya no cabe duda de que la Casa Rosada busca minimizar su influencia y, si es posible, humillarla públicamente.
A pesar de que su entorno debería estar acostumbrado a los ataques, la dureza con la que los principales actores del poder, como los hermanos Javier y Karina Milei y Santiago Caputo, continúan atacando a Villarruel es sorprendente. En el primer piso del Senado, donde la vicepresidenta reside, se repite una frase común: “No la rajan porque no pueden, porque no está a tiro de decreto”, en referencia a la persistente resistencia de Villarruel a ser removida.
La tensión alcanzó un nuevo nivel cuando, en medio de una crisis mediática generada por las acusaciones de Milei, quien sugirió que Villarruel estaba demasiado cerca de lo que él denomina el «círculo rojo», la vicepresidenta tuvo que ceder algunas de sus facultades en la administración del Senado. Caputo, asesor presidencial, logró que Villarruel le consultara sobre ciertas jugadas legislativas antes de proceder, algo que minó parte de su independencia política.
Sin embargo, este gesto no fue suficiente para Caputo, quien parece buscar la rendición total de la vicepresidenta. Para ello, no duda en exponer públicamente sus errores, reales o fabricados, y someterla a acciones que bordean la humillación. Un ejemplo de esto fue la confusión generada en torno al traspaso de mando durante una sesión reciente, cuando Villarruel no pudo concretarlo adecuadamente. En lugar de respaldarla, el gobierno prefirió defender al escribano general, quien debía cumplir esa función, dejando a Villarruel como la única responsable del error.
Caputo, en su estrategia, logró que se difundiera ampliamente un pequeño chat de WhatsApp, en el que una secretaria de Villarruel notificaba su asunción del poder ejecutivo mientras el presidente viajaba al exterior. Esta maniobra no fue vista como un error técnico, sino como una oportunidad para debilitar aún más a la vicepresidenta. La situación fue calificada de «poco seria» por algunos senadores aliados del gobierno, quienes reconocen que el ataque a Villarruel es excesivo y ha cruzado los límites.
El accionar de Caputo no fue únicamente político, sino también mediático. Intentó convertir un error técnico en una herramienta para desprestigiar a Villarruel, sin que sus aliados senadores libertarios advirtieran el problema en su momento. Esta disociación de la bancada oficialista es otro síntoma de la creciente debilidad de la vicepresidenta, ya que muchos de los senadores libertarios parecen no tener el coraje de respaldarla por miedo a la represalia de Caputo.
En el caso de Ezequiel Atauche, líder del bloque oficialista en el Senado, se asegura que Caputo lo maneja “a control remoto desde la Casa Rosada”. Atauche carece de una estructura política sólida y de una visión política profunda, lo que lo hace más susceptible a las órdenes de la Casa Rosada, dejando a Villarruel sin lealtades políticas en el Senado. Esta situación ha puesto a la vicepresidenta en una posición de vulnerabilidad, donde parece no contar con apoyo en las filas del Senado./Fuente:LaNacion
