Mariano Campero, reforzado por su presencia constante en los medios, dejó claro que no tiene intenciones de abandonar el bloque radical en la Cámara de Diputados y reafirmó sus aspiraciones políticas: «Voy por toda la gloria, quiero ser gobernador de Tucumán». Esta declaración vino acompañada de la decisión de mantenerse dentro del espacio radical, a pesar de las tensiones internas que han ido creciendo en las últimas semanas.
La semana pasada, tras la sesión en la que se aprobó el veto de Javier Milei a la Ley de Financiamiento Universitario, un sector del bloque radical instó a Rodrigo De Loredo a organizar una reunión para discutir el futuro de los llamados «radicales con peluca». Este encuentro está programado para el próximo martes y tiene como objetivo invitar a los cinco diputados que apoyaron al oficialismo a crear su propio espacio. Sin embargo, en conversación con Perfil, Campero rechazó de plano esta propuesta, reafirmando su lealtad a La Libertad Avanza.
Campero ha emergido como el líder de un grupo de radicales que ha respaldado consistentemente las propuestas de Milei en la Cámara baja. Al referirse a este grupo, el tucumano se refiere al «nosotros» que incluye a Luis Picat, Martín Arjol, Pablo Cervi y Federico Tournier, este último no afiliado a la Unión Cívica Radical, pero parte del bloque.
Las divisiones internas dentro del radicalismo han sido evidentes durante meses. Uno de los puntos de mayor conflicto surgió cuando este grupo de cinco diputados apoyó el veto de Milei a los aumentos jubilatorios, lo que llevó a la Convención Nacional de la UCR a suspender a los involucrados. Sin embargo, lejos de afectar a Campero, esta sanción disciplinaria parece haberlo fortalecido, ya que planea capitalizarla políticamente en el ámbito nacional.
Campero ha dejado claro que no le preocupa la suspensión. En sus propias palabras: “Sería un problema que mañana vaya al comité y diga ‘muchachos, nos tenemos que arreglar’. Yo me quiero pelear con ellos. Que me expulse (Martín) Lousteau es buenísimo porque significa que me expulsó el papá de la 125, el que va a arreglar con el kirchnerismo, el que la única vez que tuvo que laburar como embajador cuando (Mauricio) Macri viajó a Estados Unidos se tomó el palo”.
El enfrentamiento con la facción de Lousteau no es nuevo, pero esta semana, tras apoyar a Milei en el tema de las universidades, figuras como Julio Cobos y Mario Barletta levantaron la voz, exigiendo la reunión para discutir el futuro del grupo. Campero duda que a los «radicales del centro», como él los llama, les convenga presionar por su salida.
Cuando se le pregunta sobre su perspectiva respecto a la votación del veto, Campero señala que, hasta la semana pasada, el Gobierno parecía estar perdiendo la batalla. Sin embargo, gracias a una conversación profunda entre los cinco diputados que conforman su grupo, lograron llegar a un acuerdo que resultó fundamental para inclinar la balanza a favor del oficialismo. Para Campero, esto abrió una oportunidad para que el Gobierno ponga sobre la mesa una reforma educativa y evite un nuevo golpe al plan económico.
Sobre su relación con La Libertad Avanza, Campero afirma que el Gobierno tiene interés en integrarlos de forma más explícita, pero ellos prefieren mantener su independencia. Además, señala que él y otros miembros de su grupo tienen mandatos que se extienden hasta 2027, por lo que no sienten la necesidad de tomar decisiones apresuradas o bajo presión.
Respecto a la reunión del martes, cuyo propósito es decidir si los invitan a salir del bloque radical, Campero no muestra preocupación. En su visión, el bloque está dividido en tres grupos: la línea de Facundo Manes y Lousteau, que él percibe como más cercana a Unión por la Patria que al radicalismo; una línea intermedia; y su propio grupo. En cuanto a De Loredo, lo considera más cercano a su postura que a la de los otros sectores.
Sobre la posibilidad de que se les invite a abandonar el bloque, Campero responde que no ven razones para hacerlo, destacando que su grupo fue clave para que De Loredo asumiera como presidente del bloque. En sus palabras: «Esto es una película, no una foto», subrayando que las dinámicas políticas cambian con el tiempo y que su grupo ha sido fundamental en la agenda parlamentaria.
Cuando se le menciona que figuras como Cobos y Barletta, que no están alineadas con Lousteau, también presionan para que el grupo se retire, Campero responde con un tono desafiante: «A Cobos uno le tiene respeto, pero no podemos olvidar que estuvo con Cristina. ¿Él me va a pedir que me vaya? Debería estar mudo. Y Barletta cerró una embajada en Uruguay con Macri. Que no jodan».
En cuanto a su apoyo al Gobierno, Campero asegura que siempre ha sido transparente con su grupo, incluso en la votación del veto, donde dejó claro que votaría con el oficialismo. También señala que, más allá de dar votos al Gobierno, su grupo está aportando un discurso, lo que ha molestado a ciertos sectores. Incluso afirma que expresiones utilizadas por ellos, como «temas nobles», han sido adoptadas por La Libertad Avanza, lo que refuerza su centralidad en la Cámara.
Por último, Campero reflexiona sobre su posición en el radicalismo y su futura proyección nacional. Para él, la interna radical es un fenómeno eterno, pero está convencido de que quienes votan al radicalismo hoy están más cerca de Milei que de Lousteau. Además, sostiene que tener a Lousteau como adversario es un valor añadido.