En las proximidades de la esquina de calle La Plata y pasaje Primera Junta, los residentes no tienen dudas: aseguran que de haberse ordenado la detención de la mujer de 77 años que el domingo a altas horas de la madrugada puso fin a la vida del ladrón que intentó asaltarla frente a su hogar, ellos habrían estado dispuestos a intervenir para evitarlo.
La protagonista de esta historia es Gloria Alba Sgroi, quien se encontraba charlando en la acera con dos vecinas cuando notaron que dos jóvenes, que ya habían pasado por el lugar, regresaban por segunda vez.
Ante esta situación, la mujer entró a su casa y se armó con una pistola calibre 22 que su esposo, antes de fallecer, le había dejado para su protección, y volvió a sentarse en la entrada de su vivienda, manteniendo el arma oculta.
«Esos jóvenes viven en una pensión cercana. Son adictos y, como hay muchos por la zona, están constantemente buscando formas de obtener dinero para comprar drogas. Pero en esta ocasión, su intento salió mal», explicó María Marta Giménez, una vecina del área de San Miguel de Tucumán.
«Vinieron por aquí con un propósito claro. A dos cuadras de distancia hay varios lugares donde se dice que se venden estupefacientes. Aparentemente, anoche estaban cerrados o estos jóvenes no tenían dinero para comprar drogas. Por eso estaban merodeando la zona», agregó Juan Carlos García, esposo de María Marta.
En su tercera pasada, los jóvenes se detuvieron frente al lugar donde se encontraban las mujeres. Uno de ellos se acercó a ellas. «Escuchamos algunos gritos incomprensibles. Luego, un disparo y más gritos. Cuando salimos a la calle, encontramos al joven tirado en el suelo y a las tres mujeres muy nerviosas», relató María Victoria Ruiz.
Los agentes del servicio 911 llegaron en cuestión de minutos, gracias al aviso de un vecino que informó sobre lo sucedido. «Solo quería defenderme. Estaba muy asustada. Por favor, no me arresten», habría dicho la mujer a los policías después de entregarles el arma con la que disparó al atacante en el pecho.
En poco tiempo, el área de Villa Alem se llenó de uniformes azules. Agentes de Homicidios, bajo el mando de los comisarios José Montero, Susana Monteros, Diego Bernachi y Miguel Carabajal, dirigidos por el fiscal Ignacio López Bustos, se encargaron de las primeras investigaciones.
Los investigadores no pudieron confirmar la identidad del joven fallecido. Solo pudieron establecer que se trataba de alguien llamado «Franco» y que, tras recibir el disparo en el pecho, retrocedió varios metros, cayó al suelo y murió antes de recibir atención médica. Además, se determinó que no tenía ningún arma consigo.
Las declaraciones recopiladas por los investigadores confirmaron la versión de la mujer que realizó el disparo. Natalia y Mariela Albornoz, las mujeres que estaban con ella en el momento del incidente, fueron las primeras en respaldarla, junto con otros vecinos que también estaban en la acera, e incluso el amigo del fallecido, Bruno Giulano.
Respecto al arma incautada, los especialistas determinaron que se trataba de un revólver calibre 22, con la marca y el número de serie borrados. En el tambor se encontraba un cartucho usado y cinco balas. «Los vecinos afirman que ella les había contado a sus seres queridos que su difunto esposo le dejó un arma de fuego para que la usara si alguna vez alguien intentaba robar en su casa. Tenía mucho miedo de ser víctima de algún crimen», afirmó Susana Juárez.
Sobre el joven fallecido, solo se pueden hacer conjeturas según los vecinos, quienes creen que probablemente estuviera en situación de calle y que ocasionalmente se quedaba a dormir en la pensión de Giulano. «A veces lo veíamos por aquí, pero no siempre. Creo que este es otro de los jóvenes que se instalan aquí para comprar y consumir drogas», opinó uno de los residentes de la zona.
El fiscal López Bustos, al confirmar la versión de la víctima, quien no tiene antecedentes penales, decidió liberarla mientras analiza los resultados de las pericias para determinar si la acusa de exceso en legítima defensa. «Necesitaremos estudiar detenidamente el caso, pero por ahora no hay nada sospechoso. Luego veremos los pasos procesales, dado que debido a su edad, no debería estar bajo arresto», comentó una fuente judicial.
Los vecinos están preocupados por el destino de la mujer. «Es una persona mayor, muy vulnerable, y ahora tuvo que pasar por este momento. La gente del vecindario nos solidarizamos con ella», coincidieron varios.
Los investigadores, al buscar testimonios, se encontraron con un muro de silencio. «Al principio, muchas personas se mostraron reacias a ser entrevistadas, pero luego, al comprender que su testimonio era crucial para esclarecer los hechos, terminaron colaborando. Recién entonces empezaron a relatar lo que ocurrió», detallaron.
María Laura Décima salió en defensa de su vecina, lamentando la inseguridad en la zona. «Estamos completamente desamparados. Las personas mayores y las jóvenes son blanco de robos y asaltos. La entiendo. Debe haber estado muy asustada y reaccionó como pudo», afirmó.
«El problema no es lo que vivió, sino lo que vivirá. Seguramente en los próximos días vendrán los amigos y familiares del joven fallecido en busca de venganza. Se la tomarán con ella. Espero que la protejan porque quedó muy expuesta», advirtió Gustavo Molina.
Su premonición cobró fuerza cuando se supo cuál era el deseo de la mujer, que podría enfrentar acusaciones por haberse excedido en la legítima defensa: al confirmar que se quedaría en su hogar, consultó a las autoridades cuándo le devolverían el arma que, según le había dicho su esposo, había utilizado para defenderse.