En un interesante ejercicio de exploración sobre el futuro, se utilizó una herramienta de inteligencia artificial para intentar responder una de las preguntas que más inquieta a millones de argentinos: ¿cuándo será el país un lugar próspero, exitoso y plenamente disfrutable en todos los aspectos de la vida cotidiana? La contestación que ofreció el modelo sorprendió tanto por su claridad como por el análisis reflexivo que la acompañó. La fecha señalada por el sistema fue el año 2040.
La IA en cuestión, desarrollada por OpenAI, formuló su respuesta luego de considerar múltiples dimensiones del devenir nacional. En su evaluación, reconoció que, aunque la Argentina ha enfrentado históricamente numerosos altibajos tanto en lo económico como en lo político y social, también posee una gran riqueza en términos de recursos y capacidades que podrían permitirle cambiar de rumbo en los años venideros. Según la IA, este potencial aún no ha sido del todo aprovechado, pero está allí, latente, esperando ser canalizado mediante decisiones estratégicas y colectivas.
Al consultársele directamente: “¿En qué momento Argentina podrá ser reconocida como una nación próspera, eficiente y atractiva para vivir?”, el sistema no solo ofreció una fecha estimada —2040— sino que justificó su elección subrayando una serie de condiciones que deberían cumplirse para alcanzar ese escenario ideal. Destacó, por ejemplo, la abundancia de recursos naturales del país, el alto nivel educativo de gran parte de su población, su notable capacidad para la innovación y el espíritu emprendedor que caracteriza a muchos de sus ciudadanos. También resaltó el enorme valor cultural que distingue a la sociedad argentina.
Sin embargo, advirtió que estos atributos por sí solos no garantizan un futuro brillante. Para hacer realidad esa visión de prosperidad, será indispensable avanzar en una agenda de reformas profundas y sostenidas. La inteligencia artificial insistió en que se debe apuntar a consolidar la estabilidad institucional, fortalecer el sistema educativo, invertir a largo plazo en ciencia y tecnología, y, sobre todo, reconstruir la confianza perdida tanto dentro del país como frente a los actores internacionales.
En palabras textuales, el sistema de IA expresó: “La prosperidad no debe considerarse una quimera, pero alcanzarla exige esfuerzos constantes, planificación con visión de futuro y un compromiso firme por parte de toda la sociedad con un modelo de desarrollo inclusivo y sostenible”. En ese sentido, la IA remarcó que los cambios necesarios no deben depender únicamente de quienes gobiernan, sino que involucran a todo el entramado nacional: desde el Estado y el sector privado hasta la ciudadanía en su conjunto y las organizaciones de la sociedad civil.
Así, el modelo concluyó que la transformación de Argentina en un país verdaderamente próspero no será fruto de una solución mágica ni de decisiones aisladas, sino de un proceso sostenido de cooperación, madurez política y voluntad colectiva que podría dar sus frutos en las próximas dos décadas.