Nora Cortiñas, murió este jueves a los 94 años.
Nora Irma Morales nació el 22 de marzo de 1930, siendo una de las cinco hijas de una familia de origen español que se estableció en el barrio de Monserrat. En su juventud, conoció a Carlos Cortiñas, quien le pidió matrimonio cuando ella tenía 18 años. Se casaron un año después, y en 1952 nació su primer hijo, Carlos Gustavo, seguido luego por Marcelo.
Norita trabajaba cosiendo para afuera y daba clases, además de asistir a la escuela de sus hijos. Su marido tenía un empleo en el Ministerio de Economía, y su vida giraba en torno a su hogar en Castelar.
Carlos Gustavo, el hijo mayor, se involucró en la militancia con la Juventud Peronista (JP), trabajando en la villa 31 de Retiro junto al Padre Carlos Mugica. Nora estaba preocupada por su seguridad y le pedía que evitara exponerse en las movilizaciones. Ante sus preocupaciones, Gustavo le respondió con una pregunta que reflejaba su compromiso: «¿Qué querés, mamá, que vayan los hijos de otras madres?».
El 15 de abril de 1977, Gustavo fue secuestrado en la estación de trenes de Castelar. Para entonces, estaba casado con Ana y tenía un hijo pequeño, Damián. Desde ese momento, Nora comenzó una incansable búsqueda para encontrarlo. Su primer intento fue en la Catedral de Morón. Luego se acercó a organizaciones de derechos humanos, como la Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH) y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).
Un cuñado le mencionó a unas mujeres que se reunían frente a la Casa de Gobierno. Nora decidió unirse a ellas y llegó por primera vez a la Plaza de Mayo en mayo de 1977. Desde entonces, nunca dejó de asistir, incluso cuando los secuestros de Azucena Villaflor de De Vincenti, Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco en diciembre de ese año sembraron el terror.
A pesar del miedo, Nora lo ocultaba y se atrevió a ingresar a Mansión Seré, un centro clandestino en Castelar, con la esperanza de escuchar algún indicio de que su hijo estaba allí. En la Navidad de 1978, se dirigió a Dolores con otras dos Madres para pedir al juez Carlos Facio que les permitiera identificar unos cadáveres hallados en la costa. Querían saber si eran sus hijos o los de otras Madres. Ante la falta de acción del Poder Judicial, Nora viajó a Santa Teresita para investigar el hallazgo por su cuenta.
Nora nunca pudo descubrir el destino de Carlos Gustavo, pero siempre supo que la Plaza de Mayo era el lugar para exigir respuestas al poder político. Una de sus demandas principales era la apertura de todos los archivos de la represión. Con la llegada de la democracia, Nora se convirtió en una figura prominente de la Línea Fundadora de Madres de Plaza de Mayo.
Para el 24 de marzo, Nora buscó unir a todos aquellos que exigían verdad y justicia, en un contexto donde el gobierno de Javier Milei y Victoria Villarruel negaba la historia. El 9 de mayo, anunció que no asistiría a la Plaza de Mayo para sumarse al paro general de las centrales obreras. Su última presencia en la plaza fue una semana antes, cuando participó en un homenaje a la periodista María Seoane en la Feria del Libro. Después, fue sometida a una cirugía en el Hospital de Morón y permaneció en terapia intensiva.
Mabel Bellucci, quien ayudó a acercar a Nora al feminismo, comentó en LatFem que la militancia la trataba como una «santa» y la invocaba en las marchas, incluso cuando no estaba presente. Será difícil no hacerlo a partir de ahora. Aunque es sabido: donde hay una lucha, ahí está Norita.
