Poco tiempo después de que Elon Musk insinuara públicamente una posible relación entre Donald Trump y los archivos vinculados a Jeffrey Epstein, el expresidente estadounidense eligió responder, pero no directamente a la acusación. Lo hizo desde su red social Truth Social, donde publicó dos mensajes cargados de críticas personales hacia el empresario tecnológico, centrando sus ataques en la relación de Musk con el gobierno y su historial como emprendedor.
En su primer posteo, Trump evitó referirse de forma explícita al comentario de Musk, y optó por desviar la atención hacia temas económicos y legislativos. “No me molesta que Elon se haya dado vuelta contra mí, pero debería haberlo hecho hace meses. Este es uno de los mejores proyectos de ley presentados al Congreso: recorta gastos en 1.6 billones de dólares y es la mayor baja de impuestos de la historia”, expresó. Con estas palabras, Trump intentó reforzar su imagen de gestor económico eficaz, dejando de lado la polémica desatada por el CEO de Tesla y dueño de X (ex Twitter).

Sin embargo, en una segunda publicación, su tono fue mucho más directo y beligerante. Esta vez, apuntó con claridad hacia los negocios de Musk con el Estado federal: “La forma más fácil de ahorrar miles de millones de dólares es cancelar los subsidios y contratos gubernamentales de Elon. Siempre me sorprendió que Biden no lo hiciera”. Esta frase no solo refleja el enojo de Trump, sino también una clara disposición a atacar a Musk en su ámbito más vulnerable: sus vínculos financieros con el gobierno estadounidense.
Aunque en ninguno de los dos mensajes Trump hizo referencia concreta a la acusación sobre el caso Epstein, su reacción combativa y la falta de una negativa directa sugieren que la declaración de Musk podría tener un impacto significativo. El expresidente parece haber decidido contraatacar con fuerza para contener el potencial daño que esta insinuación puede provocar en su imagen pública.
Por su parte, Elon Musk, que hoy representa mucho más que una figura empresarial, ejerce una influencia cada vez mayor en los debates políticos y sociales, especialmente entre sectores jóvenes, independientes y libertarios. Su señalamiento público no es menor: podría sembrar dudas en segmentos del electorado republicano que aún se mantienen moderados o indecisos, en un año en el que Estados Unidos se juega una elección presidencial crucial.
Este cruce entre Musk y Trump no solo representa una disputa personal, sino que evidencia una tensión más profunda entre dos figuras influyentes del actual ecosistema político-tecnológico. La confrontación, si continúa escalando, puede terminar generando divisiones dentro del bloque conservador y desestabilizando alianzas en sectores libertarios, tradicionalmente cercanos a ambos.
En definitiva, Elon Musk lanzó una advertencia pública que, de ser respaldada por futuras revelaciones judiciales o documentos oficiales, podría convertirse en un escándalo político de gran magnitud. Mientras tanto, Trump elige el camino del contraataque económico, dejando entrever que considera a Musk ya no como un aliado ocasional, sino como un adversario político en toda regla. El conflicto está apenas comenzando, pero ya promete consecuencias de alto impacto.
