En la mañana del lunes 21 de abril, cuando el reloj marcaba las 8.30, la Catedral Metropolitana fue escenario de una sentida ceremonia religiosa presidida por el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, quien convocó a una misa especial en memoria del papa Francisco, fallecido recientemente a los 88 años. La celebración litúrgica tuvo lugar en el corazón del centro porteño, en el mismo templo donde Jorge Mario Bergoglio desarrolló buena parte de su vida pastoral antes de asumir el liderazgo de la Iglesia católica como Sumo Pontífice.
La fecha elegida y el lugar no fueron detalles menores: esa iglesia porteña, cargada de simbolismo y recuerdos, fue testigo del último oficio que el entonces cardenal Bergoglio ofreció antes de su nombramiento papal, ocurrido el 13 de marzo de 2013. Aquella última misa data del 23 de febrero de ese año y marcó el cierre de una etapa que lo ligaba íntimamente a la vida cotidiana y espiritual de los argentinos.
Durante la ceremonia de este lunes, García Cuerva abrió su homilía con palabras cargadas de emoción y dolor colectivo. «Se nos murió el padre de todos, el padre de toda la humanidad, que insistió una y mil veces que en la Iglesia tenía que haber lugar para todos», expresó con la voz entrecortada por la congoja. Y luego, reforzando ese mensaje de inclusión que caracterizó el pontificado de Francisco, agregó: «Un padre quiere que en casa haya lugar para todos, especialmente para los más frágiles, especialmente para los más necesitados, especialmente para los más discriminados».
La figura de Francisco fue recordada no sólo por sus palabras, sino también por los gestos que definieron su estilo como líder espiritual. Así lo subrayó el arzobispo cuando dijo: «Por eso se nos murió, se nos fue el papa de los pobres, de los marginados, de los que nadie quiere, o en todo caso de los que muchos excluyen». Con estas palabras, dejó en claro que el fallecido Pontífice representó para muchos sectores vulnerables un símbolo de esperanza y justicia.
Entre los recuerdos que compartió durante la liturgia, García Cuerva hizo referencia a un encuentro particularmente significativo ocurrido pocas horas antes de la muerte de Francisco. El Papa, en su última audiencia, recibió al vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, y según relató el arzobispo, incluso en ese momento final se mantuvo fiel a sus principios: «Ayer, su última audiencia fue con el vicepresidente de los Estados Unidos y él compartía una vez más su enorme preocupación por los migrantes. Un hombre que fue coherente hasta el último de sus días».
Además, el arzobispo quiso rescatar una de las facetas más queridas del Pontífice: su llamado permanente a vivir con alegría y esperanza, incluso en medio de la adversidad. En ese sentido, recordó uno de los mensajes que solía repetir: “Nos insistió tanto con que los cristianos no podíamos tener cara de vinagre, decía él. Que no podíamos ser quejosos y apesadumbrados, sino que nos teníamos que dejar invadir y llenar por la alegría del pascual y justamente se nos va en la octava de pascua, el día que los cristianos celebramos la resurrección del Señor”.
La misa también sirvió como espacio para una reflexión más amplia sobre la situación nacional. García Cuerva aprovechó la ocasión para convocar a los argentinos a superar las divisiones internas que marcan la coyuntura del país: «Creo que el mejor homenaje que le podemos hacer nosotros a Francisco es unirnos. El mejor homenaje que le podemos hacer es tender puentes, es dialogar, es dejar de enfrentarnos todo el tiempo». Y cerró con una súplica que resume el deseo colectivo de continuar el legado del Papa: «Que se vaya Francisco al cielo con la tranquilidad de que sus hijos van a tratar de vivir esa unidad nacional tan pendiente entre nosotros».
Repercusiones globales por la muerte del Papa
El fallecimiento de Francisco, confirmado por el Vaticano en la mañana del lunes 21 de abril de 2025, generó una oleada de conmoción a nivel mundial. El líder de la Iglesia católica había hecho su última aparición pública tan solo un día antes, cuando se dirigió a los fieles desde el balcón de la basílica de San Pedro durante la celebración de la Pascua, lo que hizo aún más sorpresivo el desenlace.
La confirmación oficial de su muerte llegó por medio de un comunicado emitido por el Vaticano y leído por el cardenal Kevin Farrell, quien expresó con profunda solemnidad: “Queridísimos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar la muerte de nuestro Santo Padre Francisco”. En su mensaje, Farrell detalló que el deceso tuvo lugar a las 7:35 (05:35 GMT) de esa misma mañana: “Esta mañana, a las 7:35 (05:35 GMT), el obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre».
La declaración también incluyó una conmovedora valoración sobre el rol del Papa en la historia reciente de la Iglesia y en la vida de millones de creyentes: «Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados. Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino», concluyó el cardenal.
En paralelo al dolor manifestado por la Iglesia y los fieles, desde el gobierno argentino también se decidió rendir homenaje al Papa. El vocero presidencial, Manuel Adorni, anunció oficialmente que se decretaron siete días de duelo nacional para conmemorar la vida y la obra de Jorge Mario Bergoglio, una figura que, desde su humilde origen porteño, llegó a convertirse en uno de los líderes espirituales más influyentes del siglo XXI.
