Mark Twain escribió que «La fe es creer en algo que se sabe que no es cierto». La postura de los integrantes del movimiento antivacunas es exactamente la inversa: niegan lo evidente y el problema es que lo evidente es que las vacunas salvan vidas. La cuestión se complejiza cuando un miembro de este grupo es rico, famoso y admirado por su actividad pública:es el caso de Novak Djokovic, hoy el mejor jugador de tenis del mundo y aguerrido referente del movimiento que en plena pandemia de coronavirus no se privó de predicar con el ejemplo y difundir su mensaje.
Fue deportado de Australia por incumplir las normas de seguridad sanitaria del país y permanecerá un tiempo en Belgrado, la capital de su país. En una escala del viaje, se enteró que el Gobierno francés está analizando endurecer las medidas para los deportistas extranjeros que ingresen al territorio y pedirles el esquema de vacunación completo. Si mantiene su postura, el tenista podría quedar excluido del torneo Roland Garros, que se disputará en mayo.
«Qué lindo el símbolo de que al que quizá sea el mejor tenista de la historia la gente lo haya llamado a vacunarse. Yo vi dos encuestas: en una, el 71 por ciento de los australianos quería deportarlo. En otra, el 83 por ciento. Y estamos hablando de país que tiene un gobierno liberal y de derecha», dijo a Télam el biólogo molecular Ernesto Resnik, quien, entusiasmado, no duda en plantear el hecho como un avance en el fortalecimiento del pase sanitario en el mundo.
«Resulta que se empieza a generar una idea de la libertad que lo presenta a él como un héroe y él es sólo es un baluarte que pueden enarbolar los que son poderosos, los que son ricos o los que son los bufones de los poderosos», dijo a la agencia la psicoanalista especializada en Salud PúblicaAlicia Stolkiner, también contenta con la noticia de que no se haya hecho una excepción en este caso.
El director ejecutivo de la Fundación Huésped, Leandro Cahn, sostuvo a Télam que le parece «muy interesante que los países entiendan que Djokovic no está jugándola de «Llanero Solitario», sino haciendo de vocero de un movimiento que en Europa es muy poderoso». A la comunidad científica no le tembló el pulso en celebrar la noticia aunque saben que hasta que la vacuna no sea obligatoria, este tipo de casos se van a multiplicar y van a generar sus propias tensiones y soluciones definitivas en cada caso.
«Djokovic tiene los mejores abogados, pero no pudo vencer el pase sanitario», se entusiasma Resnik. «Sin quererlo, hizo un aporte a la vacunación mundial». El biólogo molecular cree que la población de Australia, muy militante a favor de la cuarentena, hizo mucho para ir cerrándole el paso para que no pueda jugar al tenis sin estar vacunado y convertirse en la excepción que hubiese empoderado a los antivacunas.
Porque, como dice Leandro Cahn, si se hubiera salido con la suya no hubiese sido el triunfo de una batalla sólo deportiva. «Ésta es una cruzada simbólica que lo excede a él mismo. No está siendo un Llanero Solitario, sino el vocero de un movimiento que en Europa es muy poderoso».
En efecto, un fantasma recorre Europa y en pleno siglo XXI es el del movimiento antivacunas, que no sólo está poniendo en riesgo sus propias vidas y las de terceros, generando enormes gastos al sistema de salud, sino que también está ralentizando el fin de la pandemia, porque todos los entendidos coinciden en que mientras haya circulación comunitaria el virus continuará circulando.
«Yo tengo puestas dos Sputnik y la vacuna inglesa y aún así no puedo entrar a Estados Unidos», dijo a Télam Stolkiner. «El señor, porque tiene una pelota y una raqueta, ¿forma parte de una especie de elite del mundo que puede no cumplir ninguna norma? ¿Por qué no se indignan con que Australia hasta 1970 no dejaba entrar judíos porque decía que no quería problemas raciales, por qué no dicen nada cuando la embajada de Estados Unidos, antes de la covid, le negó la visa a una mujer joven, sana, porque tiene un sueldo bajo y no tiene propiedades? Resulta que se empieza a generar una idea de la libertad (que la invocan de muchas maneras y lo presentan a él como un héroe, pero sólo es un baluarte que pueden enarbolar los que son poderosos, los que son ricos o los que son los bufones de los poderosos», agregó la psicoanalista.
«Me parece que Djokovic tiene la libertad de no vacunarse y que las sociedades tienen el derecho de poner las condiciones. Y de hecho las ponen. Pero después las personas como él piden la excepción a la prohibición y los que lloran junto con él jamás dicen nada de las prohibiciones para los otros», concluyó Stolkner.
«En Djokovic se juega además algo simbóloco de ambos lados, viene siendo un negador de la pandemia desde el principio, organizó un torneo cuando estaba todo cerrado y tanto si tuvo covid como si no tuvo estutvo incunmpliendo todas las normas. O porque mintió o porque no se cuidó«, dijo Leandro Cahn.
«Con todos los errores de comunicación que hubo al principio, lo que nunca cambió es el concepto de que hay que bajar la circulación comunitaria, se está planteando una disputa desde lo simbólico«, afirmó. Respecto del futuro, cree que diferentes casos de ricos y famosos van a seguir generando tironeos hasta que la vacuna no sea obligatoria. «Va a haber tensión porque hay tensión desde que comenzó la pandemia. El pase sanitorio es un derecho de admisión que no es caprichoso: en las últimas 8 semanas se dieron 900.000 primeras dosis», graficó el director de la Fundación Huésped.
«La gente que no se vacunó va a repercutir en el número de las internaciones, hay que seguir generando conciencia desde el Estado de la necesidad de vacunarse porque entre miles de millones de personas vacunadas, mueren las no vacunadas. Tengamos en cuenta de que el Porque ´veranito´ en Argentina en término de casos de septiembre, octubre y noviembre fue el producto de la vacunación. porque el virus no se vuelve más bueno», ironizó Cahn.
Desde la sociología también tienen cosas para decir. «Las leyes se cumplen más allá del personaje, la noticia es un gran ejemplo de cómo actúa el Estado y las instituciones cuando se compromete el interés nacional. Sin excepciones», dijo a Télam Artemio López, titular de la consultora Equis.
«El conflicto con Djokovic pone en evidencia un valor núcleo de lo que es la civilización occidental. Es el conflicto entre lo individual y lo colectivo. Estamos frente a una pandemia y frente a eso el Estado reacciona y Djokovic se posiciona en un lugar claramente individualista y anticomunitario», declaró a Télam Ricardo Rouvier, titular de Rouvier y Asociados.